miércoles, 11 de abril de 2018

Mis Raices Casconas - 40 - VIVIENDO EN VIZCAYA



                                                                  VIVIENDO EN VIZCAYA




          En esta nueva etapa que iniciamos con todas nuestras familias, vendrían de todo tipo de nuevas experiencias y no todas de agrado, pero que había que hacer frente e intentar seguir viviendo.
       Quiero dejar un par de notas  de esas desgracias por ser un fuerte golpe para todos y que ocurrieron al poco de llegar:
       Mi hermano Lázaro pierde la vida bañándose en el río en Basauri, a sus 12 años.
       El marido de mi tía Victorina, Julio Clavero, fallece atropellado al volver del trabajo, dejando esposa y 4 hijas.
       La prima Maite quedó viuda también tras el accidente de trabajo de su primer esposo, Marino Herrero.
       Resultó muy duro para todos los familiares pero no se puede hacer nada contra el destino que a cada uno nos ha de tocar y cuando llega, llega sin avisar y sin darnos la oportunidad de rogar, como hizo Jesús en la oración en el huerto de Getsemaní, “Padre mío si es posible.”
       Quisiera dejar otro par de notas refiriendo la buena suerte que alguno tuvimos por habernos tocado la lotería o algo similar, pero no puedo porque esa noticia nunca llegó a producirse así, sin embargo estamos felices en esta nueva tierra donde nos hemos integrado y a la vez nos sentimos aceptados; y siento que soy muy agraciado de pertenecer a esta gran familia, con rarezas y todo,
 porque cada uno es como es y lo aceptamos. 
      Después de todo, nuestro éxodo particular del mundo rural a la ciudad,resultó mejor de lo soñado, pues los brotes llegados de “Casconia” arraigaron bien en tierras de Basconia y sus raices se extendieron por toda su geografía. Obviamente, nuestras parejas aunque no son Chapetas, tienen también su 50% del mérito por los resultados conseguidos.
     Ya, aunque no viene al caso, os contaré una anécdota simpática que vivimos en mi casa, el día en que el hombre llegó a la luna en la nave Apolo 11; Era el 21 de Julio de 1969. Cuando en la pequeña pantalla en blanco y negro se daban las imágenes una y otra vez a todas horas del día, el abuelo escuchaba por el sonotone la noticia mientras sus nietos le comentábamos las imágenes; él quedaba pensando unos minutos y sentenciaba moviendo el dedo índice de izquierda  a derecha, “no os lo  creáis hijos que eso es mentira. Como van a subir allá arriba, y posarse como un pájaro sobre la luna; ¿no comprendéis que se caerían? Es todo un cuento.”






  







 



viernes, 9 de marzo de 2018

Mis Raices Casconas - 39 - JUEGOS SIN PILAS



                                      JUEGOS SIN PILAS


      Cuando se tienen demasiados medios y la necesidad no acucia  dicen que no se desarrolla el intelecto, y ya lo creo que es verdad. Al contrario de lo que sucede hoy, que a los niños no les falta nada, que tienen lo que desean sin más que pedirlo, la falta de todo a nosotros nos motivaba para poner en marcha  la imaginación. Y un bote de conservas vacío, una caja de zapatos, un trozo de chapa o un pedazo de madera, se aprovechaba para múltiples usos caseros y tenía prioridad la madre o el padre para darle utilidad y si no ya estábamos nosotros con algún proyecto espontáneo para rescatarlo de la basura y darle vida, o a ese retal rechazado como un desecho que de pronto serviría para fabricar un coche, un camión, un barco, un castillo o un belén. Muchas veces no podíamos disponer ni de eso,  pero nos sobraban variedades de juegos en solitario, en parejas, o fomentando el trabajo en equipo, y pasárnoslo bien  sin necesidad de pilas, ordenadores o la famosa Nintendo, aunque eso si, los niños con los niños y las niñas con las niñas; por si acaso.
       
    Juegos al aire libre. A recordar:
    Entre niños: El inque, el alicoto, el balón,  escondite, guardias y ladrones, a las canicas (pitas), los zancos, las chapas, chorro morro, el aro, columpios, peonza, (trompa) , el tirabique (tiragomas) y otros muchos.


       Entre las chicas que puedo asegurar que también eran mañosas para reciclar materiales en desuso: todas tenían por ejemplo, una muñeca de trapo de fabricación propia con sus vestiditos de recambio, un retal de soga que les servía para jugar a la comba y ¿quien no se pasó horas ensartando con un hilo y aguja, collares y pulseras de margaritas, escaramujos, o caracolillas? Otros juegos a citar: La comba, parchís, la oca, al corro, los cromos, el pañuelo, las tabas, piedra papel tijera, el yo-yo, a pillar, la gallinita ciega, y por supuesto muchos más.
     Aún me queda sin mencionar otro pasatiempo que para expansionarme un poco más en él, lo he dejado aparte porque no tengo referencias de que en otros pueblos lo practicaran. Se trata de la afición a resbalar, que como todos conocemos se practicaba en una zona que ya he mencionado con anterioridad. El Castillo; la pequeña elevación del terreno junto al pueblo. La orografía del lugar es bastante irregular, formado por cuestas interrumpidas por terrazas, con escasa vegetación que se podría decir que sólo está tapizado de hierba corta. En invierno resultaba bastante fácil marcar con un palo o cualquier otra cosa, una línea de bajada en la tierra húmeda a modo de resbaladizo tobogán, por donde nos íbamos lanzando uno tras otro; podéis imaginaros como mojábamos el tobogán cuando no había llovido. Una pierna con el pie por delante con la rodilla casi extendida, y la otra flexionada, de forma que el pie queda bajo el pompis, en línea con el otro, los brazos en cruz para guardar el equilibrio y por si hubiera que realizar un aterrizaje de emergencia, y listo a deslizarse por la pista improvisada; aunque alguna caída resultaba dolorosa, las risas de los presentes eran inevitables. Todos los años quedaban las marcas en aquellas cuestas pero también se marcaban a veces en nuestras posaderas y siempre recibíamos bronca al volver a casa con la ropa llena de barro.
      El campo verde, dos niños, una amapola, y...
      ¿Pimpirigallo, monja o gallo. ?


       Cantar y jugar. En la infancia es habitual aprender canciones o retahílas que forman parte de cualquier actividad cotidiana, y así ocurrió que día a día sin darnos cuenta, nuestro repertorio se iba engrosando con:

        Canciones para jugar al corro:
Quisiera ser tan alta como la luna...
La chata Berenguela...
Al corro la patata...
Ratón que te pilla el gato...     
         
       Canciones para la comba:
Al cocherito leré.
Al pasar la barca.
Donde están las llaves materile rile rile.    
         
       Canciones para pasillo:
Pasi-misí, pasi misá por la puerta de Alcalá.
Yo soy la cantinerita niña bonita del regimiento.   

         Canciones para excursiones:
Para ser conductor de primera.
Un flecha en un campamento.
Vamos a contar mentira.s

          Canciones para dar la lata:
Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña
Yo sé. Yo sé la manera, de dar, la lata a cualquiera
Que mi abuela tiene un gato con las orejas de trapo y el culo de papel

      Canciones de juegos:
A la silla la reina que nunca se peina
A la zapatilla por detrás
A la una salta la mula, a las dos la coz
Antón, Antón, Antón pirulero    

         Retahílas de juegos:
Al chorro morro: Chorro, morro, pico, tallo, qué.
Al escondite: 1,2,3, por todos mis compañeros y por mi el 1º.
A guardias y ladrones: 3 reyes van por la mar y otros 3 en busca van.

         Retahílas para elegir compañeros de juego:
Pinto pinto gorgorito, donde vas tan pequeñito a la casa de Pepito, pin pan pun fuera.
Una dela tela katela quina quiniela sale la reina con su bayoneta, sale el rey con su clarín, clarín clarón cuenta las veinte y las veinte son.
En un café se rifa un gato, al que le toque el nº 4 un dos tres cuatro.
  
          Retahílas de sobremesa:
Pin pin, zarra mata pin, tengo un novio en San Martín, sabe arar preescolar y dar la  vuelta a la redonda periquito esa mano que se esconda. (Jugando con los nudillos y las palmas de las manos)
Este fue a por leña y este lo picó, este se encontró un huevo y este lo frió, pero este que es el más gordo se lo comió. (Jugando con dedos de las manos).
Los macillos del batán, unos vienen y otros van y otros dicen culi, culi, culi, cula. (Cosquillas).     


          Otras retahílas:
El que fue a Sevilla perdió su silla.
Santa Rita Rita, lo que se dá no se quita.
Caracol col col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre también lo sacó.

sábado, 10 de febrero de 2018

Mis Raices Casconas - 38 - SUPER BEBÉS

                                        SUPER BEBES 

      
        Nacer en aquellos tiempos, en casa, con la partera, sin ningún examen médico ni siquiera de lo más rutinario, ni anterior ni posterior al alumbramiento, requiere como mínimo de una naturaleza fuerte y que haya un poquito de suerte. Con toda certeza puedo afirmar, que ni siquiera en nuestros primeros años, disponíamos de pediatra que siguiese nuestra evolución y aconsejara la elección y compra de una cuna, ergonómica, rigurosamente homologada conforme a las normas CE y equipada con materiales antialérgicos; ni existían como ahora biberones antisépticos y anticólicos de polietersulfona sin bisfenol, con tetina anatómica de silicona, dotada de caudal lento, para complementar el pecho materno;  tampoco una leche de alta calidad, sin gluten y enriquecida con proteínas lácteas,  analizada bacteriológicamente, para garantizar una perfecta inmunidad al ataque infeccioso, de los microbios causantes de los más graves trastornos  y males. Ahora los padres son asesorados también, sobre qué juguetes son los idóneos para cada fase, de edad. A nosotros, de caprichos nada, ni siquiera un gusiluz. Nos daban la matraca con un sonajero que más que calmar amenazaba, como lo hacía la letra de aquella nana: 

Duérmete niño
que viene el coco,
y se come a los niños
que duermen poco.
Duérmete niño
Duérmete ya,
Que viene el coco
 y te comerá.

    Nosotros teníamos sopas de pan, y papilla de harina de maiz. Si nuestro culito se irritaba con los pañales reutilizables, lo dejaban al aire y punto, que no conocían esas cremas ideales; todo lo más unos polvitos de talco. Nadie pensó en la conveniencia de un examen rutinario de lo más elemental, como la vista. Seguimos la aventura de la vida como si tal cosa, ignorando los riesgos y atravesando día a día, con decenas de enfermedades acechándonos, buscando  un organismo débil  al que atacar.
      Superada la lactancia, empezamos a corretear, y día a día íbamos conociendo que el famoso coco tiene aliados y son muchos: Si no te comes todo, vendrá el hombre del saco y te llevará. No vayas a la carretera, que está el sacamantecas. Obedece, o el demonio vendrá a por ti. Cuando se haga de noche, ven a casa sin falta que es la hora de las brujas.  Si te portas mal, te perseguirá el hombre lobo. No digas palabrotas, que Lucifer busca niños malos. Duérmete, o aparecen los fantasmas. Y un montón más de aberraciones que machacando día y noche nos hicieron ser fuertes también de espíritu  o perecer en el intento.
    Nuestros juegos transcurrían a veces en ambientes tan nocivos como pueda serlo una cuadra, un abrevadero, la pocilga, el gallinero, y aguas fecales; los juguetes de materiales reciclados como una lata roñosa, los útiles de corte empleados sin autorización de los adultos, objetos punzantes como si fueran espadas, piedras como proyectiles y a jugar a la guerra inventada por niños, en la cual, al estilo de las guerras del inolvidable humorista Miguel Gila, la batalla se suspendía por cualquier contratiempo “Oye, dejad de tirar que le habéis dado a Pepito”. “Esperad un poco que cojamos piedras que se nos han acabado” Y acto seguido sin ningún recelo, nos liábamos a pedradas otra vez y todo lo más unos rasguños, que se infectaban con la suciedad, el barro y las moscas; jugábamos con gusanos, grillos saltamontes, lagartijas, caracoles y sapos; acariciábamos al gato y al perro que estaban sin vacunar, dejándonos  lamer hasta en la cara; nos metíamos entre los rebaños de ovejas cuando éstas llegaban por las tardes, respirando toda la suciedad y polvo que levantaban y nadie era consciente de la importancia del aseo, sobre todo a la hora de comer; nos subíamos a paredes y árboles a coger los nidos, bebíamos agua de manantiales sin analizar, todos de la misma botella y conducíamos la bicicleta sin casco y sin frenos cuesta abajo; los armarios de las medicinas no se guardaban bajo llave, y si alguna vez montábamos en un vehículo no tenían cinturón de seguridad.   
        Parece incomprensible que después de una infancia tan expuesta a los innumerables peligros de accidentes, virus, contagios, infecciones y tantos riesgos a enfermedades como por ejemplo: el tifus, polio, escarlatina, viruela y el tétano: saliéramos adelante impunemente ilesos y ello significa además haber adquirido necesariamente los anticuerpos que nos hacen inmunes a muchas otras enfermedades; demostrando con ello que haber sobrevivido a tantas pruebas de riesgo, reforzó nuestras defensas lo suficiente, para que hayamos gozado de una salud, con toda seguridad  más saludable que la de nuestros hijos, que tanto nos ha traído a vueltas y de cabeza.                              
  

domingo, 14 de enero de 2018

Mis Raices Casconas - 37 - SACOS DESDE LA ERA


                              SACOS DESDE LA ERA






         Dicen que el mundo cambió desde que se inventó la rueda. En Torresandino en los años cincuenta, aún estábamos trabajando como los romanos, y los sacos se llevaban al hombro; claro que sí hombre, con dos cojones, que para eso somos Cascones. Pues bien, esto viene al caso, porque quiero relatar una anécdota que nos ocurrió al primo Fortu y a mí a la escasa edad de diez, u once años cierto día que obedientes cumplíamos el encargo de llevar a casa desde la era del Bonete, (algo más de 1 Km) un saco lleno de paja para los machos, que si no contenía mucho peso, sí un gran volumen. Nos alternábamos con la carga, porque nos dolían nuestras manos menudas, poco adaptadas a semejante ejercicio.

      Antes de nada quiero dejar bien claro que ninguno de los dos éramos de esos chicos sinvergüenzas, gamberros, caraduras, o descarados, aunque pensaréis que yo qué voy a decir. También me lo podía haber callado, ¿no? pero ésa es la verdad aunque los hechos digan lo contrario. Esa tarde debíamos de estar en un estado de ánimo que nos hizo creernos los más graciosos y ocurrentes del barrio. Hoy repasando aquel episodio, voy a ser muy sincero y relataré los hechos tal como sucedieron:

       Por la misma calle en dirección contraria a la nuestra venía una señora conocida, en aquellos días de unos treinta y cinco años de nombre Simona, que para más señas era por entonces la cartera o repartidora de la correspondencia en el pueblo; de quién de los dos fue la ocurrencia carece de importancia, pero el caso es que al llegar a su altura empezamos a canturrear haciendo juego de palabras con su nombre; Sí, mona, mona sí, Simona, mona. Claro que no la debió de gustar y aunque intentamos salir corriendo la bastaron unos pocos metros para alcanzarme a mí, que en ese momento llevaba el saco, que solté con rapidez pero ella lo cogió y nos dijo, que para recuperarlo, fuéramos a su casa, con nuestra madre a pedirla perdón. A mi casa a contarlo y recibir la regañina de mi madre que no fue pequeña, y los tres volvimos a cumplir con el castigo que la ofendida señora nos había impuesto y con el cual mi madre estaba de acuerdo y me parece que también yo. Sin embargo, algo que no nos esperábamos hizo que, lo que en principio hubiera sido fácil, no lo fuera tanto para nuestro ego, porque la plazoleta donde se nos esperaba estaba llena de contertulios que a esa hora, en los días de calor, es normal que estén charlando entre los vecinos a la puerta de las casas. El saco estaba presente y para llevarlo, la ofendida exigió que el perdón fuera suplicado de rodillas, mi madre aceptó y para más INRI, cada vez más espectadores se unían al ya tumulto. Ante la expectativa de que la señora Simona parecía estar decidida, me planteé que cumplir con lo preceptivo terminando cuanto antes sería lo menos penoso, puse la rodilla en tierra y levantando la barbilla hacia la buena señora, con voz titubeante le solté las palabras exigidas: “Perdón, perdón, ¿me perdona usted?.” A mis espaldas escuché que alguien me dijo cariñosamente. “Ya has cumplido, levántate.” Con lo cual yo quedé redimido y cargué con el saco. Mientras tanto, Fortu, más valiente porque no tenía a su madre como yo, exigiéndome que diera una satisfacción a la ofendida señora, se pudo escabullir diciendo que el saco no era de él y que no tenía que pedir perdón a nadie para recuperarlo.



                       


sábado, 9 de diciembre de 2017

Mis Raices Casconas - 36 - LA NAVIDAD

                                    LA NAVIDAD


No recuerdo con detalle las Navidades en mi infancia, con excepción de alguna cosilla que mencionamos alguna vez en conversaciones con los familiares.
      La misa de Gallo en la media noche del día de Nochebuena para recibir la Navidad celebrando el nacimiento del Niño Jesús. Muy original lo de la hora, pero salir de casa con las inclemencias del tiempo habitual de ese mes, era arriesgado aunque lleváramos prendas de abrigo y tapabocaos, porque las temperaturas eran bajo cero, seguro que lloviendo, granizando, nevando o cuando menos, con el suelo helado resbaladizo, chuzos de punta en los aleros de los tejados y en la iglesia no había calefacción.
      Recuerdo en especial un Belén que montamos los alumnos cuando todavía estábamos en la escuela vieja, porque las figuras las hicimos entre todos los niños del curso que estábamos con Don Félix, y mi participación, consistió en el burro del pesebre, modelado en barro y secado al sol.    
       El 6 de diciembre día de San Nicolás, era tradicional que los chicos que cursaban el último curso en la escuela, saliesen todos juntos con la imagen del santo, a pedir “una limosnita para San Nicolás” por las casas del pueblo y agradecidos entonaban el siguiente estribillo:


San Nicolás
Coronado de San Blas
 En la cuna que dormía rezaba Santa María
¡Santa María! ora pro novis
huevos pedimos cestas traemos
 para estos escolantes que quieren ser amantes
 si limosnas no nos dan
 no podremos caminar.


     Con el total conseguido, que generalmente se trataba de varias docenas de huevos, medio saco de patatas y algunas monedas, se preparaban una merienda de varias tortillas de patata, y se vendía lo sobrante para aumentar el dinero en metálico; de la suma, parte se dedicaba a comprar algún capricho y el resto se repartía. Pero esta costumbre se interrumpió al prohibir el señor cura, que en aquellos años creo que era Don Ireneo, que se volviera a sacar la imagen del Santo de la iglesia, porque le causaron desperfectos importantes, tales como fractura de nariz, en el bárbaro entretenimiento de arrojarlo al arroyo helado para ver si cedía el hielo. Animales de los que hay por toda la geografía, por los cuales, todos sufrimos las consecuencias.

       El aguinaldo era otra cosa bien distinta,   aunque también se trataba de pedir por Navidad, generalmente los hijos de los asalariados en esta ocasión y únicamente por las casas de los patrones de los padres, u otras personas afines recibiendo pequeños donativos en monedas, dulces o caramelos; y exigiendo a veces, que los niños les deleitasen con un villancico.
      El menú de Nochebuena estaba generalmente compuesto por: pollo de corral (ya ves, hoy lo llaman capón en plan fino), castañas cocidas con anises, y cagadillo (que ahora llaman guirlache de caramelo). La primera vez que entró el turrón a formar parte de mis navidades, creo que tendría unos ocho o nueve años, y fue con ocasión de que después de cenar nos juntamos en nuestra casa con la familia de la tía Victorina. Con las primas Glori, Feli y Vitori (Mertxe aún no había nacido), lo pasamos estupendamente, jugamos al parchís, y a las cartas, surgiendo la propuesta de que para darle emoción al juego el que perdiera debería pagar una tableta de turrón para comerla entre todos. Aceptada la apuesta, faltaba por conseguir que estuviera abierto donde Félix, el del estanco, que también tenía tienda de comestibles, para que nos atendiera a aquellas horas, que rondaría la medianoche, aunque de todo el pueblo era sabido que siempre estaban disponibles cuando del negocio se trataba. Y así fue en efecto, encargaron el mandado a mi hermana Petri con una de mis primas, pero para estas pobres niñas infantiles, la pobre luz del alumbrado público con escasas farolas que proyectaban sombras tenebrosas que las iban haciendo pensar y ver sacamantecas y hombres lobo. Pocos metros les faltaban para llegar, pero quiso la mala fortuna que en eso saliera de la tienda un hombre que no pudieron reconocer y pies para que os quiero, regresaron a casa en un minuto escaso. Nos defraudó un poco que se volvieran con las manos vacías y para colmo nos propusieron a los demás niños que fuéramos nosotros, si es que nos creíamos tan valientes. Yo, que era el “hombre” de más edad, me quedé sin argumentos para escurrir el bulto, así que capitaneando la expedición, regresamos esta vez tres chicas y un chico, y naturalmente que no pasó nada, pero es que el enemigo se batió en retirada en cuanto vio lo que se le venía encima.


      Aquel turrón, si que estaba rico, siempre lo recuerdo especialmente, quizás por ser el primero. Lo troceamos con  hacha y martillo y nos costó Dios y ayuda, porque era muy grueso, pero como no se podía partir con los dientes, duraba mucho y alguna dejó parte para el día siguiente, como me consta que hizo mi primita Vitori, sólo que al levantarse ya no estaba donde lo había dejado. No sé porqué, se le metió en la cabeza que yo debía saber algo al respecto.
      Fue una noche entrañable de Navidad, hacia el año 1960.  




viernes, 17 de noviembre de 2017

Mis Raíces Casconas - 35 - LAS FUERZAS VIVAS

  LAS FUERZAS  VIVAS


         Nos remontamos a la guerra civil, para entender porqué en este pueblo durante muchos años había mucho rencor en los corazones de sus habitantes, sobre todo del bando de los que perdieron, que han tenido que callar los muertos en la contienda. Lógicamente, también los hubo en el otro bando, pero la represión en los largos años de la posguerra sólo la practicaron los que ganaron ante cualquier atisbo de rebeldía de los llamados rojos, entendiéndose como tal, hasta la más mínima expresión que pudiera molestar a los fieles guardadores de la paz del régimen. Dicho esto, queda aclarado que la tranquilidad y el orden en el pueblo era fingida. Como en otros pueblos, se regían por el alcalde, nombrado por los vencedores y con el cargo a perpetuidad, si el partido así lo quería y apoyado en casi todos los pueblos por los maestros, el médico, el secretario, el veterinario, la guardia civil y por el cura. Yo no voy a decir que Don Evelio, alcalde que lo fue de esta corporación durante muchos años, tuviese una buena ni mala actuación porque en mi corta edad no sabría juzgar con conocimiento, pero sé que se llevaron a cabo muchas obras que mejoraron notablemente el pueblo como: Las escuelas nuevas que realmente no se hicieron otras mejores que éstas en muchos Kms. a la redonda; restaurar el ayuntamiento a consecuencia de un incendio; asfaltado de las calles y la red de suministro de agua a las casas que transformó el pueblo en ciudad; la tan necesaria carretera de la Canaleja al monte; el lavadero municipal, el puente de las escuelas derrumbado tras una riada; dragado del río para evitar inundaciones; la casa del guarda en El Bonete con almacén para abonos; son algunas de las que me puedo acordar, y todas ellas en el transcurso de seis u ocho años de mi infancia. Pero eran las formas de la dictadura, el aquí mandamos nosotros y se hará lo que nosotros digamos, lo que a la gente no le parecía bien. Fueron años en que no cabían otras ideas, y de ciertos favoritismos. Con el paso de los años, este panorama fue tomando otro rumbo por el cambio generacional; fueron desapareciendo los autores materiales de la contienda, volvieron a sus hogares los presos de guerra, y las represalias, fechorías, y las venganzas cada vez eran menos. Los  que fueron protagonistas de aquellas tristes páginas de la historia de este pueblo, tuvieron hijos y estos jugaron juntos en la escuela, más tarde estos chicos y chicas, se enamoraron a pesar de los padres o abuelos, y se revelaron ante algo que no entendían; ni los hijos de los Rojos ni los hijos de los adeptos al Régimen  entendían las razones que les daban para justificar aquellos horribles episodios de destrucción y muerte que enfrentó a españoles contra españoles y en muchas ocasiones a causa del azar, se encontraban hermanos contra hermanos, disparando tiros uno en cada bando. Tampoco en la escuela se explicaban las causas que llevaron al  país a la guerra; todo se reducía a unas fechas que conmemoraban algunos acontecimientos que para los ganadores de la contienda fueron cruciales. Después, estos hijos de la guerra inician la búsqueda de la verdad con lecturas y conversaciones que les hacía ver otra realidad y en muchos casos participando en manifestaciones y criticas al Régimen. Cuando llegó la democracia lo lógico era  que se encauzaran en las urnas los deseos de un cambio. Y por creer que se podía hacer un país mejor sin necesidad de los partidos políticos, sin siglas que pudieran politizar el pueblo, En las primeras elecciones municipales libres, se presentó y ganó, una candidatura independiente encabezada por Blas Bombín. 

 A éste, le llamaron alcalde comunista pero como él mismo decía era comunista porque le obligaron a serlo, ya que con dos años estuvo en prisión con su madre presa. Este alcalde se atrevió a remover la tierra, buscando los restos de seis personas de Torresandino asesinados en La Horra, siguiendo las indicaciones de un anciano que casualmente había sido testigo del lugar exacto donde sepultaron a las víctimas. Esta fue una de las primeras exhumaciones de represaliados por el régimen del franquismo, recién reestrenada la democracia, en 1979. Hoy, descansan en el cementerio local los restos de aquellos seis hombres en una fosa, con sus nombres en una placa de granito. Entre los huesos, estaban los de su padre y los de su tío.  


                                   

LÁPIDA DE GRANITO









lunes, 16 de octubre de 2017

Mis Raices Casconas - 34 - ROGATIVAS

ROGATIVAS



         Aquí, somos Católicos Apostólico Romano por la Gracia de Dios, como decían nuestros “Líderes Espirituales” sin cortarse un pelo. Claro que también con el permiso del Caudillo porque había que mantener una buena relación entre los poderes, para mantener al pueblo bajo el yugo. Unos que se erigieron en salvadores de la patria y otros que callaban, bendecían, siguiendo instrucciones de sus jerarquías superiores, y se firmaban Concordatos Iglesia Estado.
         Lo cierto es que la plebe participaba en los servicios religiosos masivamente. Muchos por su firme fe cristiana, otros arrastrados por la masa y también iban algunos por aparentar. De los que no asistían,  habría Ateos convencidos y los que reconociéndose como Cristianos no practicantes sencillamente por disentir con la doctrina que los representantes de Dios en la tierra predicaban desde el púlpito. Quedan por enumerar aquellos que tenían como prioridad las necesidades del cuerpo, sobre todo la alimentación de su familia y con poca fe en que el Ángel le haría el trabajo como a San Isidro. Será que de aquella quedó muy cansado.
         Pero me reitero que los fieles de esta parroquia frecuentaban la iglesia. Ancianos, misa diaria y rosario. Los demás la misa mayor del domingo y  sobre todo los ricos, la comunión. Además de las fiestas de guardar, que cosa curiosa, han desaparecido la mayoría, incluso alguna de las que era obligado cumplir el precepto de no trabajar, y si te pillaba el guarda o la guardia civil desobedeciendo, te sancionaban con una importante multa.
       En cada pueblo hay Santos y Vírgenes de mayor devoción y que son sacados en acción de gracias y también para pedir fervorosamente algún ruego o intervención divina. Como ejemplo de ello tenemos las Rogativas que recuerdo que se hacían al amanecer, y se salía en procesión hasta los campos próximos al casco urbano rezando y elevando al cielo nuestros cánticos a San Isidro:



¡Oh San Isidro!
por los labriegos
de este tu pueblo
rogad a Dios,

     O a la Virgen de los Valles pidiéndola que interviniese ante Dios a favor de estos pobres labradores que solo suplican un poco de agua para sus sembrados, de esta manera:

Agua Señora,
que los campos se secan,
 la gente llora.

       Bueno ya se sabe, que cuando se juega por necesidad se pierde por devoción. Claro que, quizás fuese un castigo divino.
         Decía mi abuelo, que por entonces había un cura que cuando le solicitaban una rogativa, contestaba: Si queréis la   hacemos, pero de llover no está.