miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mis Raíces Casconas - 13 - COMEDIAS EN EL SALÓN

 COMEDIAS EN EL SALÓN



          Este episodio que ahora paso a describir, no es más que una de tantas bromas o travesuras de juventud, de las que solía contarnos que habían ideado participando en ocasiones solo, y en otras, acompañado por un compinche, como en éste caso.
       Había en el pueblo un salón, el conocido del tió Julián, que se utilizaba para el baile, y en ocasiones, espectáculos ambulantes de títeres y comedias, que solían ir por los pueblos. Un día en que se representaba una obra seria por una compañía de comedias, destinaron el palco superior para las autoridades y se encontraba el patio de butacas plegables abarrotado. Bajaron la iluminación y se procedió al comienzo del primer acto. Todo parecía que se desarrollaría con normalidad, pero entre los espectadores se encontraban Chapetas y su más amigo el Jatas, que siempre que estaban juntos eran temibles, y en esta ocasión necesitaron apenas un instante para sintonizar y ponerse de acuerdo en la estrategia a seguir. Era en aquella época algo normal el llevar la bota de vino colgada del hombro especialmente si venía de paso que llegaban del campo o de las bodegas y no resistieron la tentación de ver como se liaba una buena bronca. Colocada destapada y escondida bajo la chaqueta tomaron posición bajo el palco. Me los imagino entre alborozados y expectantes y llegado el momento oportuno comenzaron a presionar entre el antebrazo y el pecho con el objeto de que saliera con fuerza hacia arriba un fino chorro de vino, que a los dos metros más o menos inició la bajada con un cierto ángulo calculado para que no les cayera a ellos mismos sino a quien pretendían. El público afectado por el certero disparo de tiro curvo empezó a protestar y los autores, calentando a la gente, hicieron correr la voz de que los de arriba estaban orinando sobre los de abajo. El alcalde paró la función y juraba que haría dormir en el calabozo a quien se le hubiese ocurrido la idea de mear, que por otro lado estaba convencido de que alguna de esas cochinas (refiriéndose a las mujeres  de sus concejales) era la sucia meona. El follón fue en aumento, y el CHAPETAS Y el JATAS, esa noche disfrutaron como nunca. No aparecieron las / los culpables naturalmente, y las comedias pudieron reanudarse.