sábado, 9 de octubre de 2021

COPLAS

 



Antolina, mi madre (q.e.p.d.), recitaba coplas antiguas, aprendidas en la adolescencia. En otras regiones les llaman: Cantar, gesta, oda, tonada, verso, letrilla, poesía, poema...

Ella y sus amigas, cuando una les llegaba hacían copias para todo el grupo y las aprendían con entusiasmo. Desde muy antiguo circularon por transmisión oral hasta que la imprenta facilitó la reproducción y su distribución por toda la península con la venta ambulante. Similares a las baladas europeas que de pueblo en pueblo solían recitar los buhoneros en ferias y plazas de pueblos y ciudades. El origen se remonta al siglo XVI en los castillos para entretener a los señores y sus vasallos, versos cantados por los juglares, desgajados de los fragmentos más emotivos del romancero de la edad media y leyendas antiguas generalmente de autor desconocido, pero también cultivada por poetas recientes, recogiendo sucesos importantes o sobre la picaresca siguiendo la tradición popular. A menudo olvidados como escribía Manuel Machado:

Hasta que el pueblo las canta,

las coplas, coplas no son,

y cuando las canta el pueblo

ya nadie sabe el autor.

En efecto, mi madre ignoraba quién las había escrito pero aún a sus 99 años recordaba varias letras, algunas que me resultaban conocidas porque han sido recuperadas y convertidas en bonitas canciones del pop español.

Aquí dejo dos, que mi madre recitaba.



NIÑO ABANDONADO Y RECOGIDO POR UN CARTERO

Un pobre obrero yendo al trabajo

Una mañana, él se encontró

Un pequeñito recién nacido,

Que a su casa se le llevó.

—Tengo tres hijos, con este cuatro,

Con mi pobreza le he de criar,

Aunque yo me haga cien mil pedazos

Para poderles ganar el pan—.

Cuando tuvo veinte años,

La quinta le reclamó.

—No tengo padre ni madre;

Un pobre obrero a mí me crio.

¿Quién será mi mala madre,

La que a mí me abandonó?

Por ocultar su deshonra,

En esta hora me veo yo—.

El inclusero marchó a la guerra;

Por valentía llegó a ascender

Y, en poco tiempo, por su talento,

Llegó hasta el grado de coronel.

Desde entonces, la buena suerte

Le acompañó pues de una rica se enamoró

Y, cuando iban a casarse,

Una señora se presentó.

—Impido este casamiento.

Todos quedan admirados—

Respondo, yo que soy su madre

Y los dos novios hermanos son.

Con papeles en la mano

Lo puedo justificar;

Que les miren en los brazos,

Que llevan igual señal.



EL MARTES DE CARNAVAL

El martes de carnaval,

de gitana me vestí.

Y en un gran salón de baile

a mi novio perseguí.

En la entrada del salón,

hacia mí se dirigió,

como un chico bien portado

con muchísima atención.

Dígame buena gitana,

el signo que tengo yo.

Un buen chico sí lo eres

y de muy buen corazón.

Pero tienes un problema,

que eres falso en el amor.

Tienes dos comprometidas,

comprometidas de amor.

Una es alta y muy morena,
la otra rubia como el sol.

No te cases con la rubia,

que serás un desgraciado.

Cásate con la morena,

que serás afortunao.

Yo me caso con la rubia,

aunque sea un desgraciao,

y no quiero a la morena,

aunque sea afortunao.

Adiós Pepe que me voy,

que mis amigas me esperan.

Si quieres saber quién soy,

soy tu novia la morena.

Válgame Cristo bendito,

y la Virgen del Pilar,

que es mi novia la morena,

vestida de carnaval.