miércoles, 24 de enero de 2024

EL BURRO

 

El burro

Yo, como nací en casa de un campesino, tuve un pequeño borriquillo en mi infancia. Le llamábamos Solucinio. Fiel compañero de mi padre, marchaban juntos al monte y le servía de animal de carga y cabalgadura, pero los días de asueto era mi mascota y jamás lo hubiera cambiado por el más caro de los juguetes de los niños de alta cuna. Hoy en día se ha dado la vuelta a la tortilla y son los nuevos ricos quienes compran a sus retoños un pollino rescatado en una casa de acogida. Eso está bien.

El burro, es ese animal doméstico que conocemos bien en España, descendiente de su ancestro el burro salvaje del norte de África domesticado hace 9000 años. Es conocido también con los sinónimos: Pollino, jumento, asno, acémila, y rucio. Injustamente para el animal, se aplica como peyorativo a personas tercas, zotes, ignorantes, torpes etc.

Pertenece a una subespecie de la familia de los équidos como los caballos, o las cebras y comparte con ellos que sus patas terminan en un solo dedo con una única uña ancha y fuerte en cada extremidad que llamamos casco. Comparado con el caballo es de talla inferior, tiene las orejas bastante más grandes, la cabeza más corta y no tiene crines en rabo y cuello. La onomatopeya de su llamada es diferente. El caballo relincha, el burro rebuzna.

Generalmente ha sido empleado en el campo, para arar, sembrar, trillar; mover una noria, en el transporte de mercancías o acarrear leña para el hogar; pastoreo, trashumancia y minería en el Sur de Europa, hasta la aparición de los motores. También viven muchos burros en zonas montañosas de América, donde fueron introducidos por los conquistadores y en Irlanda donde llegaron a través de España a cambio de caballos durante la guerra napoleónica.

Con los siglos, de animales de la misma especie, surgen razas diferenciadas. En España existen: Encartaciones, Mallorquín, Rucio, Alazana, Zamorano Leonés, Cordobés Andaluz y Catalán. Del cruce de animales de distinta especie nacen hijos híbridos, que no pueden reproducirse: Burro fecunda yegua nace la mula o mulo. Si caballo fecunda a burra, nace el burdégano; híbridos en ambos casos pero de mayor tamaño que los burros y más fuertes para el trabajo.

Ya no existen ejemplares verdaderamente salvajes, cuando se habla de burros salvajes, en realidad estos son domésticos, que fueron abandonados o que se escaparon de sus amos y se reprodujeron en libertad.

Su población ha disminuido considerablemente porque no es interesante económicamente su crianza. Escasamente interesa en gastronomía y menos aún en guarnicionería pero no están en peligro de extinción porque están protegidos por ley y surgen nuevas iniciativas que requieren de su participación, como burro taxi, turismo de montaña o burro terapia con niños discapacitados.

No obstante siempre ha sido un animal muy cercano a los humanos y por las necesidades perentorias de los tiempos, el trabajo específico que se les exigía era duro y el trato que se les dispensaba a veces demasiado exigente; las personas siempre tuvieron con los nobles burros empatía y elogios haciéndoles colaborar en la ficción de fábulas, relatos novelescos, cómics y cuentos. Ejemplos:

El rucio de Sancho Panza, que no necesitaba más nombre.

Burro de Pinocho, de gran corazón y muy valiente.

El burro flautista, fábula literaria de Tomás de Iriarte.

Platero, que según Juan Ramón Jiménez es tan blando por fuera que se diría todo de algodón...

Igor, el burro triste y pesimista de Winnie the Pooh.

El burro inseparable del ogro Shrek divertido y extravertido.

Benjamín burro de Rebelión en la Granja, astuto e inteligente.

Siguiendo con la literatura sagrada, en el Antiguo Testamento, ya se mencionaba la ijada de un burro contemporáneo de Caín y Abel.

Más reciente, la burrita del portal de Belén, la huida a Egipto o Jesús entrando en borriquillo a Jerusalén.

Finalmente la poesía de Gloria Fuertes que le devuelve al burro toda la dignidad, para los niños.

He escrito este artículo como homenaje a mi burro Solucinio. Hace más de 60 años que murió a la edad de...Realmente ya no recuerdo su edad, yo tendría 10 pero él estaba muy mayor, debía tener muchos. Dicen que pueden llegar a los 40. Lo que no he olvidado son sus grandes ojos oscuros, inteligentes, alegres al salir al campo y sumisos al regresar. O su potente y prolongado rebuzno cuando en las cercanías olfateaba una hembra de su especie. Hi-aaa, hi-aaa, hi-aaa...

Los niños le queríamos y creo que le gustaba que jugáramos a cabalgar montados sobre su lomo. Está claro que él también nos quería.

Qué años aquellos en Torresandino, un pueblo del valle del Esgueva en Burgos. Un burro y niños alrededor.