viernes, 12 de junio de 2015

Mis Raíces Casconas - 7 - VIEJAS TRADICIONES


VIEJAS  TRADICIONES            


El robadito.- Aunque el siglo XX había alcanzado ya su primera mitad, los jóvenes solteros de este rincón burgalés, seguían aún aferrados a las costumbres que ejercían desde antiguo, entre chicos y chicas forasteros y el baile de las romerías en las  fiestas patronales.

Conservaban una norma que consistía en que en todos los bailes era permitido “el robado” o robadito, es decir que entre los jóvenes no comprometidos, sin novio o novia, estaban obligados a ceder su pareja, en cualquier momento de la pieza que se estuviera bailando, si otro chico así se lo requería, normalmente con la fórmula habitual de “me haces el favor”. Aunque la chica estuviera encantada con su pareja no estaba bien visto que se opusiera, y solo les quedaba la opción de que él volviera en la siguiente pieza, o haciendo público que eran novios, y ya no se les interrumpía más. Si el chico era forastero, y no estaba al corriente de que era una tradición, obviamente manifestaba su desacuerdo con que le quitaran la chica, y se resistía, tras lo cual, un piquete informativo le ponía al corriente de tal práctica local y que de seguir empeñado en su actitud, esto le podía hacer merecedor de un baño en el pilón (bebedero de los mulos). Como acababa el asunto, si el mozo era un “echao pa’lante”.


La Botifuera.- Otra costumbre que se practicaba contra los mozos forasteros, igualmente bárbara, era la de que aquellos que pretendieran cortejar a una chica del pueblo, tenían que pagar una tasa que le imponían para una merienda a su cuenta los mozos locales, pero en caso de negarse, sufrían la pena de castigo impuesta y que consistía en terminar como el del robadito, en el pilón.


El usted, el padre y la madre.- Mis progenitores nos enseñaron a sus hijos igual que los demás lo hacían con los suyos a llamarles como era costumbre por entonces en los pueblos: padre madre y de usted. Cuando venía algún niño de ciudad, le escuchábamos decirles de tú y papá, mamá, o papi, mami, nos parecía irrespetuoso y desobediente con sus mayores o cuando menos unos pijos. Hoy, pienso que éramos igual de desobedientes unos u otros, o igual a como puedan serlo los de ahora, independientemente a que el tratamiento sea de usted o de tu, de papá, o de padre.

Respecto al formalismo usted, hoy soy de la opinión de que suena a una disciplina ya trasnochada que no facilitaba la confianza en la relación entre padres e hijos y que obviamente ya no me sale, “hago lo que usted mande”, pero sin embargo sigo fiel al uso de madre y padre, que para mí tiene un significado respetuoso, que con papá se convierte en confiancita y con papi abuso.

Padre, me puedes dejar tu coche por favor? Papá dame las llaves que necesito tu coche. Papi afloja la cartera para gasolina que me llevo tu coche. Hombre, tampoco es necesario volver a la autoridad suprema por un simple sustantivo. Creo que en la educación está la clave, y que en nuestro pueblo es algo que ya está superado, entre la nueva generación, pero los de cierta edad lo tenemos muy arraigado y a mí en particular se me llena la boca para llamarla  ¡MADRE! ¿Qué tal estás?