lunes, 2 de noviembre de 2020

La muerte nos dará alas

 

 Por ser Todos los Santos sin ánimo de inmiscuirme en lo que cada cual piensa deseo exponer con este cuento mi pensamiento transcendental sobre la muerte.

La muerte nos dará alas

Marcos, se sonaba la nariz con un pañuelo muy arrugado sin soltar en ningún momento la gabardina de Carlota, su única hermana dos años mayor que él, pero ambos adolescentes mientras esta se secaba las lágrimas con un clínex, asida fuertemente con el brazo libre a la cintura de su desconsolada madre, que lloraba a su esposo fallecido y no conseguía parar el hipo que le importunaba.

Su tío Paco, hermano de la viuda, detestaba los velorios tal como la sociedad acostumbraba, pero también estaba allí, dolido y cabizbajo esperando que el enterrador concluyese el cierre del nicho. Entonces levantando la voz para hacerse oír por todos los allí presentes, dijo:

‑Con estos minutos de silencio cada uno de nosotros ha podido rezar o despedirse mentalmente de él con un hasta luego, puesto que sólo mueres si te olvidan. Para recordarle no es preciso permanecer en este lugar, salgamos ya, sobre todo por el chaparrón que parece que nos viene encima.

Dicho esto, agarró por el hombro al joven Marcos y se lo llevó con él hacia la puerta de salida del cementerio. Elena la viuda, apoyándose en su hija Carlota, siguieron sus pasos hacia el exterior, cabizbajos y muy afectados todos por la pérdida del ser querido. Por delante marchaban otros parientes cercanos, llegados hasta allí para acompañarles a dar el último adiós y procurar cristiana sepultura al difunto. Cumplido este último trámite moral, ya estaba hecho todo lo que se acostumbra hacer por sus difuntos.

El chaval observaba la escena y escuchaba el llanto de su madre que a escasos metros les precedía. Él también lloraba al pensar en su padre fallecido y comprobaba que a su lado el tío Paco suspiraba al recordar los entrañables acontecimientos vividos con su cuñado.

Al fin Marcos se repuso un poco y dirigiéndose a su tío preguntó, ‑ ¿Tú crees en la resurrección? ¿Volverá papá de la muerte algún día?

‑Es una pregunta difícil de contestar –Empezó a decir Paco meditando sus palabras‑, porque la muerte no existe tal como la concebimos, es solo una quimera, nos han enseñado a creer en ella y no es así exactamente. Siempre se ha asociado la vida con el cuerpo que es perecedero y para convencernos de ello, hacen uso generoso de argumentos religiosos, apoyados por una gran diversidad de conceptos filosóficos y teológicos particulares de cada cultura, pero en realidad sólo muere el cuerpo, la materia, lo que se puede ver o tocar y cuando este expira se le atribuye el final. Sin embargo más del 90% de nuestro ser no radica ni depende de nuestras vísceras, músculos o esqueleto, es energía y, el espíritu, la conciencia, el alma, aquello que nos faculta para dar y sentir amor, admirar la belleza y horrorizarnos con lo espantoso, rechazar la malicia y alegrarnos cuando triunfa el bien sobre el mal. Pues bien eso es la vida, la parte a la que no le pasa nada y abandona el cuerpo que ya sólo es su mortaja, quedando libre. No muere.

‑Pero tío, al cadáver lo meten ahí y lo sellan con cemento de donde no podrá salir.

‑Así es en efecto –Admitió Paco‑. Pero todo eso que te he mencionado no se ha metido en el ataúd, ahí queda únicamente el envoltorio en el que residía. Esa parte es a la que se refería Dios en el Génesis el primer libro del Antiguo Testamento cuando le dice a Adán: Eres polvo y en polvo te convertirás ¿Lo entiendes?

‑No, no te entiendo tío. –Manifestó el joven‑. Para qué se hace toda esta farsa si me dices que lo único que se puede esperar del cuerpo es que se convierta en polvo.

‑Nada he dicho yo que justifique el llamar farsa a lo que hacemos con los despojos de aquellos que amamos Marcos, ten en cuenta que debemos tratarlos con todo el respeto como corresponde a las personas que conocimos o convivieron con nosotros sea padre, esposo, hermano, vecino o amigo. Es una tradición que se remonta a más allá de la edad de piedra y respetando la costumbre, debemos honrar lo que fue y haciendo piña con su familia dar un definitivo aunque afligido adiós al cadáver.

‑Creo que esto último me ha quedado claro sin embargo soy reticente a comprender la parte que según tu explicación abandona al que fue su inseparable soporte y ¡Hala! Se va a buscar fortuna.

‑ ¿Has visto alguna vez la metamorfosis de la mariposa? De un huevo pegado a un arbusto sale una repulsiva oruga que vivirá alimentándose de hojas ricas en nutrientes y que finalmente se encerrará en un capullo y a las pocas semanas saldrá una bella criatura, la mariposa, la cual una vez que abandona su envolvente emprenderá el vuelo de flor en flor, libando su néctar que básicamente es agua azucarada, cambia de hábitat y comportamiento y parece que no guarda en su memoria nada de su etapa anterior. Algo así ocurre con nosotros. La energía o llámala el alma si lo prefieres, abandona el cuerpo porque ya no le sirve pero su existencia prosigue en algún otro lugar de este u otro universo.

‑ ¿Estás seguro? El sacerdote que nos habla de religión dice que morimos a la vida y resucitaremos el día del fin del mundo.

‑Esos siempre dirán lo que les ordenan desde Roma y parece que les conviene amedrentar a los feligreses como viene haciendo la Iglesia muchos siglos, pero las palabras de Jesús al respecto fueron: El que cree en mí vivirá eternamente. Lo dice La Biblia en el Nuevo Testamento.

‑ ¿Y la ciencia? ¿Qué dicen los científicos tío?

‑La medicina llama muerte al cese de todas las actividades vitales y especialmente las cerebrales sin embargo los eminentes científicos en física cuántica discrepan totalmente asegurando que la muerte como tal no puede existir puesto que la energía no se puede destruir, solamente se transforma. Otra cuestión para la que nadie tiene una respuesta clara es qué pasa con nuestros pensamientos, recuerdos, conciencia. ¿Se mantendrá o como a la mariposa se nos borrará la memoria con los datos?

‑Lo siento tío, si me lo preguntas a mí no tengo ni idea.

‑Es también mi incertidumbre y creo ver en ello la posibilidad de que nuestras obras, buenas y malas, obren una influencia en el más allá y en consecuencia determinen la vida futura a cada individuo.

‑Entonces ¿de ahí puede deducirse la existencia del cielo o el infierno?

‑No, definitivamente no, si creemos en ese Dios todopoderoso Él no puede permitir la existencia de esos dos escenarios tal como nos lo pintan. Yo diría que en este tránsito se adquiere un nivel superior o inferior al anterior acorde con los méritos de cada uno.

‑ ¿Deberíamos buscar la perfección en la vida monástica?

‑Te equivocas de nuevo. Viviendo tu vida habitual conseguirás los puntos que inclinarán la balanza. Todo lo que tienes que hacer es ser feliz y esforzarte por hacer felices a los demás.

‑Que grande eres tío. Seguro que tu visión del tema es acertado. Por lo pronto esta noche dormiré mucho más relajado. Porque ahora yo también creo que más allá de la muerte hay vida, naturalmente que mi padre tiene allí un lugar destacado. Gracias por tus palabras.