viernes, 6 de noviembre de 2015

Mis Raíces Casconas - 12 - ATRACTIVOS

   ATRACTIVOS

Aunque no es un pueblo turístico, sí que merece la pena mencionar con detalle, los atractivos que posee, unos de siempre, otros de antiguo y también recientes, por sus fiestas ya mencionadas, por sus gentes, y por su tranquilidad, para que si estás buscando un lugar así, sepas que aquí lo puedes encontrar. Aparte del bullicio de los días de fiestas patronales de San Martín y El Carmen y el mes de agosto, éste es un pueblo tranquilo y aunque pequeño, podríamos considerar que tiene los servicios mínimos indispensables: consulta diaria de Médico, escuelas, taller mecánico, bares, restaurante, supermercado, bancos y cajas de ahorro, piscinas, frontón, panadería y farmacia: lo que le coloca por encima de la mayoría de los pueblos de su entorno.

Actividades culturales que se desarrollan a lo largo del año: Carnavales, Las Marzas, Semana Santa, la fiesta de la cosecha, semana cultural de septiembre, la fiesta de la matanza, programa de actos navideños, baile de nochevieja y otras que las asociaciones de amigos de Torresandino, amas de casa y grupo de danzas organizan..

El paisaje, es el propio de los pueblos del campo, que
es variable según el día y la estación de año que se visite.


Con la primavera empieza el ciclo de la vida. Son días en que asistimos al brote de las espigas con un verde muy sutil, casi imaginario al principio, que día tras día va cobrando fuerza hasta alcanzar un verdor rabioso que cubrirá las fincas colinas y páramos, atrayendo la atención por la inmensidad de su extensión que se prolonga hasta donde el ojo alcanza, pugnando por conseguir en cierto grado, la grandeza solemne del océano. Los chopos de la vega, ya están renovando las hojas. Acompañando esa evolución por aquí y por allá, aparece el rojo exuberante de las amapolas, y millones de margaritas por los linderos.

Llega el verano y las espigas van tornándose doradas, y entre las tierras de cereales, empiezan a destacar alguna sembrada de amarillos girasoles. Las aves, ya han visto eclosionar sus huevos, y nacer sus pollitos, que no paran de exigir insaciables los granos o insectos que les llevan sus progenitores, y por doquier se aprecia cómo la vida está en su ciclo evolutivo. Llegan los días de la cosecha, para el labrador, días de recuperar los gastos de gas-oíl, semillas de siembra, abonos, herbicidas y demás.

Otoño es la estación que nos trae el final del ciclo, ya recogidas las mieses, quedan sólo los rastrojos sucios, aplastados y vacíos, las hojas muertas de los árboles cubren el suelo por las choperas y a este paisaje cambiado le va acompañando una climatología que se va tornando adversa según pasan las semanas, alternando un tiempo a veces apacible con otro gélido de brumas y niebla a primeras horas, sobre todo en los valles, que desaparecen al medio día dando paso a un sol resplandeciente, que invita a quitarse prendas de abrigo. Los árboles con las hojas amarillas como enfermos y la climatología empeora. Llegan los días grises, que paulatinamente se van acortando, y las lluvias se hacen más frecuentes, es el tiempo de las setas de cardo o Pleurotus Eryngii, y la de chopo, Pleurotus Ostreatus, que reconocen grandes y pequeños.

En invierno los colores dominantes son: El blanco brillante si se producen nevadas. Un blanco tímido los días de helada. El pardo de la tierra, porque en este tiempo nada lo cubre, es la desnudez de los campos, el marrón oscuro de los surcos hendidos en la tierra, preparada para los nuevos sembrados. Mientras tanto en los valles, los ríos y arroyos parecen remozar su brío con aguas renovadas que arrastran parte de las hojas amarillas que los chopos han ido desprendiendo, hasta quedar como muertos mostrando su esqueleto. Las temperaturas, frías, pero nada que un buen equipo de abrigo no pueda vencer, y merece la pena. 


La fauna. No es raro ver correteando a los animales que están más representados por estos pagos: una perdiz con sus 8-10 ó más polluelos por los caminos. La codorniz nos deja sentir su presencia con sus cánticos característicos y golondrinas, tórtolas, palomas, gorriones, mirlos, cigüeñas, y jilgueros, también nos alegran los días con sus trinos y gorjeos; las especies de rapiña están representadas con: mochuelo, aguilucho, alcotán, búhos, y lechuzas; carroñeros como buitres, cuervos (grajos), urracas (picaza), y otros. 

Mamíferos salvajes, el zorro (raposo), liebres, conejos, topos, comadrejas, y además de otros de pequeño tamaño. Y en ríos y arroyos patos, truchas, barbos y cangrejos.

La flora silvestre. En el campo, nos podemos encontrar con experiencias que la naturaleza nos regala en un relajante paseo por el campo, como puede ser de agradable para el olfato, inspirar profundamente para apreciar los aromas de la flora silvestre. Y recolectar un ramito de esas pequeñas plantas medicinales, que desde siempre apreciaron nuestros antepasados, como: tomillo, salvia, jalvia, té de campo, manzanilla, menta, lavanda, gayuba, endrino, espliego, machuelo, zarzamora, escaramujo, campanilla, amapola, hiedra, árnica, etc... y estaremos disfrutando de un saludable, a la vez que placentero día, recorriendo los páramos para continuar, buscando la refrescante sombra de las arboledas de chopos, en el valle. 

Las Marzas es una costumbre medieval que cuenta con la participación de los quintos, apoyados por algunos de sus amigos del pueblo o de fuera para cantar las coplas tradicionales por las calles del pueblo empezando a las 00.00h del primer día de marzo, y que empiezan así:

A cantar Las Marzas,
licencia tenemos,
del señor alcalde
y de todo el pueblo


Monumentos: Dentro del pueblo sólo mencionar, la iglesia, que posee unos originales arcos románicos en su portada. Y en el interior destaca la talla gótica de Nuestra Señora de los Valles, que data de finales del siglo XIII, y la imagen de un Cristo del siglo XIV.

Fuera de la villa pero en terreno de Torresandino, se encuentra el monasterio carmelita de la Virgen de los Valles del siglo XIII reedificado a finales del XIV y abandonado debido a la ley de la desamortización de Mendizábal el año 1835, ahora, poco más que un montón de ruinas, entre las que aún se puede entrever la magnificencia que debió exhibir en su interior y que por desgracia acabará desmoronándose muy pronto.


 Convento   año 2008    

Decían los ancianos que las imágenes y altares se repartieron entre Villovela, Roa y Torresandino, el destino para la Virgen del Carmen era Roa aunque también disputaba por ella Torresandino. Se la llevaban en una carreta, pero al llegar al puente los bueyes se negaron a continuar hacia adelante y cuando les dieron la vuelta en la dirección a Torresandino, arrancaron y no pararon hasta la iglesia.