miércoles, 11 de abril de 2018

Mis Raices Casconas - 40 - VIVIENDO EN VIZCAYA



                                                                  VIVIENDO EN VIZCAYA




          En esta nueva etapa que iniciamos con todas nuestras familias, vendrían de todo tipo de nuevas experiencias y no todas de agrado, pero que había que hacer frente e intentar seguir viviendo.
       Quiero dejar un par de notas  de esas desgracias por ser un fuerte golpe para todos y que ocurrieron al poco de llegar:
       Mi hermano Lázaro pierde la vida bañándose en el río en Basauri, a sus 12 años.
       El marido de mi tía Victorina, Julio Clavero, fallece atropellado al volver del trabajo, dejando esposa y 4 hijas.
       La prima Maite quedó viuda también tras el accidente de trabajo de su primer esposo, Marino Herrero.
       Resultó muy duro para todos los familiares pero no se puede hacer nada contra el destino que a cada uno nos ha de tocar y cuando llega, llega sin avisar y sin darnos la oportunidad de rogar, como hizo Jesús en la oración en el huerto de Getsemaní, “Padre mío si es posible.”
       Quisiera dejar otro par de notas refiriendo la buena suerte que alguno tuvimos por habernos tocado la lotería o algo similar, pero no puedo porque esa noticia nunca llegó a producirse así, sin embargo estamos felices en esta nueva tierra donde nos hemos integrado y a la vez nos sentimos aceptados; y siento que soy muy agraciado de pertenecer a esta gran familia, con rarezas y todo,
 porque cada uno es como es y lo aceptamos. 
      Después de todo, nuestro éxodo particular del mundo rural a la ciudad,resultó mejor de lo soñado, pues los brotes llegados de “Casconia” arraigaron bien en tierras de Basconia y sus raices se extendieron por toda su geografía. Obviamente, nuestras parejas aunque no son Chapetas, tienen también su 50% del mérito por los resultados conseguidos.
     Ya, aunque no viene al caso, os contaré una anécdota simpática que vivimos en mi casa, el día en que el hombre llegó a la luna en la nave Apolo 11; Era el 21 de Julio de 1969. Cuando en la pequeña pantalla en blanco y negro se daban las imágenes una y otra vez a todas horas del día, el abuelo escuchaba por el sonotone la noticia mientras sus nietos le comentábamos las imágenes; él quedaba pensando unos minutos y sentenciaba moviendo el dedo índice de izquierda  a derecha, “no os lo  creáis hijos que eso es mentira. Como van a subir allá arriba, y posarse como un pájaro sobre la luna; ¿no comprendéis que se caerían? Es todo un cuento.”