viernes, 12 de febrero de 2021

TORRESANDINO Esplendor y decadencia

 


TORRESANDINO Esplendor y decadencia


Siempre sigo con interés las noticias sobre Torresandino, de cualquier fuente cuando hablan sobre los cascones, que es el gentilicio de los nacidos en este mi pueblo.

La Edad Antigua.

Los historiadores no se atreven a asegurar cuándo el homo sapiens llegó a estas tierras. Está claro que no se han hecho estudios en profundidad, nunca mejor dicho. Cuando los arqueólogos y espeleólogos se ponen a trabajar no lo hacen al azar sino porque alguien halló al menos indicios incuestionables y eso no ha ocurrido. Pero se me ocurre que por estos andurriales andaría hace más de 350 milenios Miguelón, el homínido antecesor inmediato del homo sapiens cuyo cráneo se encontró en la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca o sus coetáneos; es cierto que estamos a 80Km de donde aparecieron los huesos pero eran nómadas y deduzco que harían correrías por estos valles, admitiendo un pequeño error de cálculo 1.000 años arriba abajo. Lo cierto es que nadie puede asegurarlo con rigor, ni siquiera que alguna tribu celta estuvo asentada en la zona. En cambio de la colonización romana sí, la conservación de un tramo de calzada que cruzaba el Esgueva lo atestigua y hace reflexionar que podría tratarse de la vía que comunicaba Astúrica Augusta (Astorga) y Caesar Augusta (Zaragoza) con bifurcación hacia Rauda (Roa) por un lado y Clunia por otro. En las cercanías pudo establecerse una aldea que quizás se consolidó durante la época visigoda.


La Edad Media.

El primer testimonio sobre el municipio, está fechado el 1 de agosto del año 988 donde se habla de una gran torre que mandó construir el Señor Sendino en el cerro que hoy se conoce como El Castillo y una muralla que enlazaba con el castillo protegía todo el pueblo, de los árabes. De ahí el origen del nombre Torresandino, derivado de Torre del Señor Sendino.
No quedan restos en el lugar, porque en el siglo XII al quedar obsoleta la fortaleza, con sus piedras se construyó la iglesia parroquial dedicada al patrón de la villa San Martín Obispo de estilo románico tardío, de la cual aún se conserva la parte del campanario, el pórtico y dos columnas en el centro. De la cubierta original no quedan trazas pues en posteriores reformas se sustituyó por una arquería gótica.
Este municipio el año 1.351, reinando Pedro I El Cruel está adscrito a la Merindad Menor del Cerrato según aparece en el libro Becerro de las Behetrías de Castilla. Por aquel entonces existía el monasterio de Nuestra Señora de los Valles del siglo XIII que se reconstruyó en estilo gótico en el XIV y que ocuparon los carmelitas calzados.

Edad Moderna

Sabemos muy poco y únicamente que dependíamos del Monasterio de Las Huelgas de Burgos. La iglesia de San Martín Obispo sufrió varias reformas en su estilo original remodelada en el siglo XVI se construyó un nuevo crucero y presbítero en estilo renacentista, dando al templo la imagen actual.
Un tupido velo oculta la historia civil de estos siglos, que el pueblo alcanzó cierta relevancia en la agricultura. Ignoramos quién sucedió a los Sendino; si nuestros paisanos se aventuraron en el descubrimiento o conquistas del Nuevo Mundo; si tomaron parte de la rebelión de los comuneros o se mantuvieron al margen; si algunas casas ostentaban escudo blasonado que tanto ennoblece a su dueño, siempre que no sea producto de un expolio; si La Santa Inquisición y El Santo Oficio encendieron muchas hogueras como en otros lugares o por estos lares no moraron herejes, brujas, judíos y falsos conversos. También nos hubiera gustado saber que surgieron personajes ilustres, militares insignes, reconocidos doctores curanderos o veterinarios, cardenales u obispos, destacados cascones de pro, que pudieron llevar por el mundo el nombre de este solar. Porque si los hubo, alardear de ello sería un orgullo.

La Edad contemporánea

En 1.828 eran 562 habitantes que pertenecían al partido de Aranda de Duero pero en 1.849 se integraron en el de Lerma. Se producían cereales, vino y buen queso y el monte de enebros, robles y carrasca era importante. En cuanto a edificios religiosos, además de la iglesia de San Martín Obispo, una ermita a la Virgen en Báscones que ya está desaparecida otra a San Bartolomé en el centro del casco urbano, que en el siglo XIX pasó a ser taller de carretero y el monasterio de carmelitas, abandonado en 1835 por la desamortización de Mendizábal y posteriormente, abandonado, arruinado y espoliado.

Deberíamos poseer mucha más información porque ya existía la escritura y otros pueblos mantienen un archivo con documentos de aquellos siglos que les hablan del pasado, aquí una noche se quemó el ayuntamiento y nos quedamos a oscuras. Aquel incendio fue por los años 50 del pasado siglo XX
En los últimos años de la década de los 50 fueron muy malas cosechas y mi familia como muchos otros dejó Torresandino y se trasladó a Vizcaya donde la vida nos llevó por otros derroteros.
Diríase que el infortunio amenazaba el futuro de la villa y sin embargo la emergente mecanización del campo nos trajo el primer tractor que pronto demostró que liberaba del duro trabajo con los medios tradicionales y mejoraba las cosechas. Cundió el ejemplo y en pocos años se contaban por docenas cada vez más grandes y la mejora económica se vislumbraba en edificios agrícolas y nuevas casas de lujo desconocido anteriormente. Al fin se retiraba el yugo a las personas pero no aportó otra dedicación a los jornaleros que se quedaron sin modo de ganarse el sustento e impulsó que en los años 60 se iniciara un éxodo hacia ciudades industriales como Madrid, Barcelona, Bilbao, Burgos y Valladolid las principales receptoras de muchos paisanos nuestros que ansiaban un puesto de trabajo en cualquier destino.
Máquinas cada vez más potentes hacen fácil el trabajo pero a los jóvenes deja de interesarles el campo, atraídos por la vida en la ciudad. Poco a poco los ancianos quedan solos con su hacienda. Un proceso de despoblación al parecer imparable nos hace vislumbrar un futuro similar al de muchos pueblos que actualmente están en serio peligro de desaparecer. Jamás lo hubiéramos imaginado.
Ya ha pasado mucho tiempo pero recordamos nuestra infancia, cuando asistíamos a clase en una escuela nueva con tres aulas para niños y otras tres para niñas, casas recién edificadas para el médico y los maestros, todo el municipio con red de agua potable y un enorme silo para cereales. Los 1.408 cascones que residíamos en Torresandino el año 1.960, creíamos que a nuestro pueblo, le esperaba un buen porvenir, pero ignorábamos que habíamos alcanzado el cénit y enfilábamos el declive hacia la decadencia. La estadística de habitantes sigue la misma evolución que los muros de adobe, los que aún permanecen adolecen casi todos de avanzada edad y se van desmoronando paulatinamente. En los 20 años de este milenio, el número total de habitantes ha descendido a 604. Es decir 804 menos en tan solo 60 años. Un gran problema que de momento los organismos oficiales no hacen mucho por ponerle freno.
Somos muchos los oriundos que en el periodo vacacional regresamos con nuestra familia y somos testigos de cómo se alegran calles y plazas. El bullicio nos recuerda el ayer y mantenemos la ilusión de que algún día la recuperación será un hecho.
Podremos entonces escribir sobre el renacer de un pueblo.