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martes, 9 de junio de 2020

Homenaje al Cascón ausente

Homenaje al Cascón ausente

 

En la fiesta de la cosecha de Torresandino del año pasado ‑2019‑, en el mercado se introdujo por primera vez, un tímido recuerdo a todos aquellos vecinos que por una u otra razón se vieron en la necesidad de marchar lejos; abandonar familia, amigos y este solar castellano tan querido, donde habían nacido y crecido. La idea de homenajear a aquellas gentes me pareció estupenda y espero que se impulse y fomente, imitando en el espíritu a la fiesta que montan en Fuentes Blancas los de Burgos capital cada año, dedicada al burgalés ausente, el último día de las fiestas patronales.

En la prehistoria, lo que impulsaba al hombre a trasladarse era la búsqueda de mejores zonas de caza, pesca, praderas para sembrar o pastos para su ganado. Cuando lo encontraban, el homo sapiens se establecía y se hacía sedentario. Sigue válido en nuestros días, se puede decir que la migración se rige por idéntico anhelo al tomar una decisión siempre difícil, van hacia lo desconocido porque poco saben del destino, pero tienen claro el objetivo; buscar un lugar donde poder trabajar y vivir mejor, sin miseria y sin pobreza. Nadie se hubiera marchado de su patria chica, pero lo hacían y eso significa que no les quedaba otra salida. La situación se estaría haciendo insostenible y el cabeza de familia tomaba la decisión ingrata. Hay que marchar, no queda otro remedio se repetiría en su mente, pero mantenía la ilusión de poder volver algún día.
En el periodo entre la 1ª y la 2ª guerra mundial, el Nuevo Mundo ‑sobre todo Cuba, Norteamérica y Argentina‑, seguían atrayendo a muchos aventureros y los que se decidieron a pasar el charco voluntariamente, buscaban enriquecerse. Unos lo conseguirían otros no, pero los más de 400 años de historia compartida facilitaban la integración y en general triunfaban en su trabajo. Algunos regresaron con las riquezas conseguidas y se instalaron en su región, otros siguen engrosando su patrimonio allí como ciudadanos influyentes y con seguridad habrá otros que fracasaron y quizás luchan cada día por conseguir una existencia humilde. 
Al terminar nuestra confrontación bélica, cientos de miles de ciudadanos compatriotas nuestros que lucharon por la República, se exiliaron, es decir que por motivos políticos e ideológicos se vieron forzados a abandonar su patria. Buscaban librarse de una larga estancia en prisión, cuando no suponía salvar la vida. Una salida forzosa, más dolorosa quizás que la emigración voluntaria de quienes huían del hambre como una necesidad imperiosa. Gran parte buscó asilo en Europa, especialmente Francia, Rusia y Reino Unido, otros en América repartidos fundamentalmente entre Argentina, Méjico y Cuba. A la muerte de Franco regresaron muchos de ellos, y alguno ejerció un cargo en la nueva democracia; otra cantidad importante murió en campos de concentración nazis o en el frente bélico y también estarán los que convertidos en ciudadanos locales no desean regresar, porque les trae recuerdos amargos y en el lugar que les acogió, son felices, tienen hijos ya casados y nietos.
Después de la 2ª guerra mundial y pasados los años 50, Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos, empezaron a demandar mano de obra para la reconstrucción de las infraestructuras y reactivación de todo el tejido industrial arrasado en la contienda. Fueron más de un millón de trabajadores los que salieron de España, dentro de la legalidad con un contrato de trabajo, pero otros tantos lo hacían de forma irregular, entrando en los países como turistas y buscando un empleo por su cuenta. Los hombres se ocupaban en las minas de carbón, canteras, industria metalúrgica y construcción; las mujeres en el servicio doméstico o porterías de alguna comunidad de vecinos. Trabajos duros pero con sacrificio y espíritu ahorrador de ambos, un matrimonio conseguía reunir un pequeño capital para regresar a su ciudad, pueblo o aldea e instalar un pequeño negocio que les permitiera una vejez acomodada. Los solteros se sacrificaban unos años, pero si no conseguían dominar el idioma, renunciaban y se volvía al hogar paterno. Sin embargo los jóvenes que lograron hablarlo con fluidez les resultó fácil integrarse en la sociedad, alcanzar un puesto mejor remunerado en su empresa, enamorarse de una nativa y olvidarse de España y viejos sueños.
En la década de los 60, la industria nacional arrancaba con fuerza en Madrid, Barcelona y Bilbao. La necesidad de mano de obra se multiplicaba, porque además de los propios obreros para las fábricas, se sumaban los necesarios para la construcción de viviendas muy demandadas en aquellos momentos y no menos importante eran los puestos de trabajo que se generaban para el sector transporte, hostelería, alimentación y otros servicios. Paralelamente en el campo, los tractores y cosechadoras estaban acabando con la necesidad de jornaleros y estos pusieron su esperanza en las posibilidades que se ofrecían sin traspasar la frontera, cuanto más cerca de casa mucho mejor. Así fue como se terminó la hegemonía de los países europeos y empezó el éxodo a las grandes ciudades desde la España profunda dejando lo que ahora conocemos como la España vaciada.
Iniciado el siglo XXI, una situación nueva da lugar a una emigración diferente, porque son los jóvenes universitarios que recién conseguido su ansiado título y complementado con los consabidos master, idiomas y cursos posgrado, se encuentran con que por no tener experiencia no tienen otra salida que marchar al extranjero. Con beca Erasmus o conseguir un contrato en algún país, para un ingeniero, cirujano, arquitecto, economista, científico, etc..., resulta fácil y con suerte puede que después consiga un puesto en el organigrama de una gran empresa. La fidelidad a quien le dio una oportunidad y lo poco probable de encontrar en España un trabajo similar, harán que el conseguido sea definitivo. Muy caro le sale a nuestro país la formación de sus jóvenes promesas, si es para beneficio de otros.
La estadística de población sobre Torresandino ‑mi pueblo‑, dice que desde el final del siglo XIX con 987 habs. había seguido un tímido pero continuo ascenso hasta el año 60 del XX, con 1500 habs. gracias a la alta natalidad, salvo en el trienio de la guerra civil, pero el signo cambió  con la gran evasión de matrimonios jóvenes en los 60 la caída fue vertiginosa, quedándose en 1170 habs. en el 70, que  el año 2000 se había reducido hasta 820 habs. y aunque en las siguientes décadas se ha suavizado, la tendencia bajista continúa y la cifra en el año 2020 está ya por debajo de los 600 habs. y es un pueblo con  una edad media de 54 años que obviamente mantiene una constante evolución negativa.  
Como decía al principio, la necesidad les hizo marchar lejos; abandonar amigos, familia y este solar castellano, tan querido donde nuestra madre nos parió. La separación fue dolorosa para todos. ¡Oh sí! Cuantas lágrimas derramadas en uno y otro lado de la ventanilla del autobús de línea pero ahora podríamos recordar juntos tantas ocurrencias e incidencias, venturas y desventuras de antaño, esta vez para reírnos, comer, beber, cantar y bailar con alegría, como sabemos. Pero esta vez hacerlo en casa entre cascones.

 

 

 

 

viernes, 14 de junio de 2019

Repasando la historia reciente




Repasando historia


Un día Mikel, un sobrino por parte de mi esposa, me puso en un aprieto. Está en la edad de la adolescencia y cuando en la clase del instituto se queda con ciertas dudas, no se corta en preguntarme porque para ciertos temas del pasado confía en mí como fuente de información, pero este tema en concreto es un tanto escabroso y yo precisamente no soy una autoridad en la materia. Sin más preámbulos me preguntó:


– ¿Cómo fueron los años de la posguerra?


– ¿Te refieres al hambre que sufrió todo el país?


–El hambre, la represión, la reconciliación, la guerra mundial, la recuperación económica. Todo tío, ¿quieres explicármelo?


Hago un repaso mental sobre ello, intentando recordar episodios de la posguerra que afectaron a mi niñez y juventud. Acciones de índole político de los años posteriores al año 40, que por una u otra razón, marcaron el rumbo del país hacia un aislamiento de una Europa desolada y las acciones de veto, que ésta ejerció contra nuestro régimen dictatorial durante varias décadas, que no favoreció ciertamente que pudiéramos corregir aquella deriva. En aquellas condiciones, hubo de recurrir al racionamiento que se mantuvo hasta 1951, al establecer la libertad de precios. Resultaría imposible, conocer los detalles sobre muchas de aquellas conversaciones, que forzosamente tuvieron lugar en aquella década entre España y representantes de países extranjeros, como la reunión de Franco con Hitler en Hendaya año 1940, para eludir entrar en la 2ª Guerra Mundial. Acuerdos el año 1948 en el yate Azor entre el Caudillo y Don Juan, en aquel entonces heredero del trono del reino de España, donde dicen que se sentaron las bases para la futura monarquía. Los Concordatos con la Santa Sede en 1951 que facilitaron a España entrar a formar parte de organizaciones como la OMS en el mismo año, la UNESCO en 1952 o la OIT en 1953. Mejoraron las relaciones con EE.UU. que permitieron ayudas económicas y abrir negocios militares, aunque también hubo que permitir instalar tres bases aéreas y una naval, que nos podía colocar como objetivo adversario, de aquellos países que tuvieran algún enfrentamiento con los americanos. Pero todas las medidas estaban encaminadas a intentar un acercamiento, que desembocara en mejorar la maltrecha economía por la que atravesábamos. En 1953 parece que empezábamos a levantar cabeza, pero la crisis continuaba hasta el año 1960 que despegó la industria y el turismo empezó a tener relevancia. No está claro en qué momento nuestros hoy socios europeos volvieran a tener fe en los españoles, pero la apertura, las relaciones y el conocimiento entre las culturas lo facilitó. Intento dar satisfacción a Mikel recordando más datos, pero me estoy dando cuenta de lo frágiles que son los recuerdos guardados en la memoria. Finalmente digo:


–Quizás mi transcripción de los hechos, no sea fiel a la verdad.


–Me parece tío, que tratas de escaquearte. ¿Por qué?


–Pienso –le explico–, que quizás mi verdad podría estar contaminada por alguna de las siguientes razones:


1. Porque la información académica que yo recibí podía estar manipulada desde los libros de texto, o por los profesores que tenían que seguir un guión, o no poseían la verdad absoluta.


2. Porque los distintos medios de comunicación de la época, estaban al servicio del gobierno y las opiniones vertidas por los mismos no estaban contrastadas, no existía lo que hoy llamamos libertad de prensa y esta era partidista.


3. Porque las palabras eran sacadas de contexto, se silenciaban algunas verdades o se contaban a medias.


4. Además, cuenta también la predisposición del receptor, para filtrar informaciones a su particular interés.


5. La historia siempre la escribieron los que ganaron la guerra.


–Permíteme –le digo a Mikel–, que haga mía la frase del poeta Ramón de Campoamor, “en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mire”.


–No des tantos rodeos que yo únicamente te pido que me hables de los relatos que pudiste escuchar de los protagonistas directos o testigos de esa parte de la historia. A tu modo.


–Entiéndeme Mikel, no intento eludir el tema pero como te he explicado, mis opiniones que a renglón seguido pasaré a exponer, tampoco están libres de los 5 puntos anteriormente expuestos, por esa razón quizás lo más conveniente sea que te hagas tú mismo un juicio con los datos veraces que puedas acopiar sobre los hechos.


Pero ten en cuenta tío, que al igual que ocurre con los evangelios autorizados y los apócrifos, los unos tratan de contradecir a los otros. ¿Qué creer?


–Fueron hechos Mikel, –le dije–, lo que voy a exponer a continuación. Prepárate a escuchar lo que ya sabes y lo que desconocías. Pon atención.


–Que el país sufrió un periodo de conflictos que desembocó en una guerra fratricida muy dura durante tres años, es lo que ya has visto publicado, seguido de un periodo de posguerra demasiado largo con odios acrecentados y una dictadura en el poder que además de no favorecer la reconciliación, trajo recortes de las libertades, hambre, analfabetismo y pena de muerte. Indiscutiblemente, este pueblo vivió durante muchos años con mucho rencor en los corazones de sus habitantes, sobre todo del bando de los que perdieron, que tuvieron que sufrir y llorar calladamente por sus muertos en la contienda. Evidentemente, también los hubo en el otro bando, pero éstos fueron distinguidos con honores cuando no como mártires, y sus familiares podían vanagloriarse de ello públicamente. La represión en los largos años de la posguerra sólo la practicaron los que ganaron obviamente, persiguiendo con ensañamiento a los vencidos a los que llamaban rojos, muchos de ellos fueron obligados a exiliarse y otros, fueron condenados en los juicios sumarísimos que sobrevinieron, simplemente por odios y envidias, que llevaban a denunciar como rebelde, a la persona que se hubiera atrevido a manifestar la más mínima expresión, que pudiera molestar a los fieles guardadores de la paz del régimen. Numerosos jóvenes marcharon del país para evitar enfrentarse a las injusticias que en la calle se vivían a diario, otros que alcanzaron una carrera emigraron en busca de industrias donde poder ejercer lo estudiado, un trabajo que aquí no había. Dicho esto, queda aclarado que la tranquilidad y el orden entre el pueblo era fingida. Los cargos públicos se nombraban a dedo por el régimen instaurado y con el cargo a perpetuidad, apoyado en casi todos los pueblos por los poderes fácticos, que generalmente estaba formado por el funcionariado: Los maestros, el médico, el secretario, el veterinario, la guardia civil y por el cura, apoyando a los terratenientes en cuyas manos estaban grandes propiedades de dudoso origen. Pero eran las formas de la dictadura, el aquí mandamos nosotros y se hará lo que nosotros digamos, lo cual a la gente no le parecía bien y enfurecía, pero callaba por temor. Fueron años en que no cabían otras ideas, y de favoritismos. Con el paso de los años, este horizonte fue tomando nuevas perspectivas con el cambio generacional; fueron desapareciendo los autores materiales de la contienda, volvieron a sus hogares los presos de guerra, y las represalias, fechorías, y venganzas cada vez eran menos. Los que fueron protagonistas de ambos lados en aquellas tristes páginas de la historia de este pueblo, tuvieron hijos y éstos jugaron juntos en la escuela, más tarde estos chicos y chicas, se enamoraron a pesar de los padres o tíos, y ni los hijos de los Rojos ni los hijos de los adeptos al Régimen, entendían las razones que les daban para continuar con el resentimiento generacional, por aquellos ya lejanos acontecimientos que enfrentaron a españoles contra españoles y en muchas ocasiones a causa del azar, se encontraban hermanos contra hermanos, disparando tiros uno en cada bando. Tampoco en la escuela se explicaban las causas que llevaron al país a la guerra; todo se reducía a unas fechas que conmemoraban algunos acontecimientos que para los ganadores de la contienda fueron cruciales. ¿Quiénes fueron los traidores?


Tanto unos como otros, estos alumnos hijos de la guerra, querían saber e iniciaban la búsqueda de la verdad, la verdadera, no la que hasta entonces les ofrecían. Con lecturas y conversaciones que les revelaban otras realidades y en muchos casos participando en manifestaciones y críticas al Régimen. Muchos jóvenes empiezan a soñar con un cambio. La democracia. Confiaban en que se podía hacer un país mejor en el que tuvieran cabida todas las ideas. Los labradores vislumbran que por fin se daba un salto del arado romano, a la mecanización del campo y en las fábricas, los obreros percibían por sí mismos que había llegado la revolución industrial. Ahora el trabajo inhumano lo harían las máquinas. Se romperían por fin las cadenas de la esclavitud. Paralelamente los mandos del ejército animaban al gobierno para ingresar en la alianza de la OTAN y el dictador había decidido quien sería su sucesor. El príncipe Juan Carlos de Borbón. La noticia se recibe con agrado. ¿Será un proceso de cambio? Por fin las puertas de Europa se abren y nos vemos junto al resto de países europeos formando el Mercado Común Europeo.


–Esta ya es historia reciente tío, aquí concluye el tema. Ha estado muy bien. Con estas bases reconoceré a quien falte a la verdad.


‑No es tan fácil. Una guerra civil deja heridas que resulta muy difícil de cicatrizar aunque hayan pasado 75 años. Pero creo que es tiempo suficiente para cambiar los nombres de tantas calles, avenidas y plazas, que siguen con los de generales golpistas. Que desaparezcan de la vía pública tantos monumentos que recuerdan a los héroes del “Bando Nacional”. De algo tan sencillo como dar una sepultura digna a tantos represaliados que fueron enterrados en fosas comunes. Es hora ya de decir toda la verdad ¿No te parece?


‑Naturalmente ¿Qué lo impide?


‑Parte de los que gobiernan el país son herederos de aquellos que protagonizaron algunos hechos deleznables que nunca fueron juzgados y tampoco reparados. Estos intentan eludir, posponer y que con los años se olvide. Consiguiendo el efecto contrario.


‑Para eso se sacó la Ley de Memoria Histórica el año 2007 ¿No?


‑Si, aunque un poco exigua, daría satisfacción a muchos españoles, pero cierto sector de la población con el argumento de que se reabrirían viejas heridas es reacio a aceptar. Tal vez diera pie para cerrar el capítulo pero esa misma resistencia indica que no hay voluntad de aceptar que se lleven a cabo actos que implicarían el reconocimiento de falta y los partidos políticos más conservadores intentan soslayarlo con escusas banales como que el presupuesto no lo permite. De paso esperan que caiga en el olvido, pero el efecto es el contrario.


‑Gracias tío ha sido muy instructiva la charla.


‑No es necesario que me des las gracias, ya me apoyarás cuando tu tía se enfade. ¿Me echarás una mano? ¿Cuento contigo Mikel?


Por supuesto tío.


FIN














viernes, 14 de octubre de 2016

Mis Raices Casconas - 22 - DICHOS DE OTROS PUEBLOS

DICHOS DE OTROS PUEBLOS

     
     Si en algún pueblo de la comarca surgía una noticia que se le pudiera sacar punta no faltaban lenguas para extenderlo, y tenían más o menos éxito si para ello se le daba forma de copla o verso. Así ocurre con la canción que se hizo popular en toda la provincia:
Por el puente de Aranda,
se tiró se tiró,
se tiró el tió Juanillo
pero no se mató.
      O esta otra, conocida y cantada por todos:
Uno de Gumiel,
se compró un camión,
 a medias con otro,
 para transportar madera.
Todo salió bien,
 menos el camión,
 que se le rompió,
 en la carretera.
       La rivalidad con los pueblos colindantes daba lugar a veces a que se sacasen algunos dichos de aquí o allá, en plan de mofa, de los que voy a exponer algunos brevemente:
      Como dicen los de Roa:
¿Has comido?.
      Sí.
      Vaya, ahora que te iba a invitar yo...
      Y si respondes no,
      Pues ya es hora.
       Ya lo dice el médico de Olmedillo: 
       “ Si quieres vivir muchos años lo más importante es no dejar de respirar”.  
      Aunque dicen que en todos los pueblos hay un tonto, parece que todos lo callan y cuando se quiere hacer una comparación odiosa se busca al tonto de otro pueblo.
     “Eres más tonto que el tonto Valdorros”. 
      O este otro.
      “Se hace el tonto como la virgen de Anguix”.  
    También recuerdo una frase que daba a entender lo belicosos que eran los jóvenes de los de otros pueblos.
        Dice, que los de Roa en plan chulo, acostumbraban a decir:
     “Aparta que soy de Roa”
     Y que los de La Horra contestaban:
      “Y yo de La Horra galán“ 
     Y que sólamente esto era el detonante para enzarzarse en una pelea.
    En esos otros pueblos, dicen que los de Torresandino eran temidos porque siempre llevaban la navaja dispuesta, y la sacaban con facilidad. Y las frases que nos atribuyen, era: “Anda jeta”. Y también “Anda entrepato”. Supongo que éstas eran en plan de colegas, y sin ningún matiz ofensivo.








sábado, 2 de enero de 2016

Mis Raíces Casconas - 14 - AFICIONES

AFICIONES


La tuta o tarusa
Como ya he dicho, no era muy habitual este tipo de teatro o el cine que apareció por estas tierras más tarde; el fútbol organizado, estaba en mantillas y por supuesto aún no conocían qué era un gimnasio o entretenimientos más modernos como piscina tenis o baloncesto, pero existían juegos transmitidos de generación en generación, algunos de origen tan antiguo como romano, que aún se siguen practicando en el buen tiempo, al aire libre generalmente entre hombres: se ponen en un descampado a darle a la tarusa, (en otros pueblos la llaman tuta) que consiste en lanzar con fuerza unas chapas de hierro ligeramente más gruesas por el centro contra un taco cilíndrico de madera torneado de encina, roble u olmo desde una distancia de unos 20-25 metros; el premio suele ser unas monedas, o unos cafés que se apuestan y que gana el que más acierto tenga en los sucesivos lances.

Otra de las aficiones que tenían y continúa entre los jóvenes es el juego de pelota, entre los mozos del pueblo, o contra los de los alrededores; se jugaba en la pared de atrás de la iglesia a las horas que no había culto y congregaba aficionados y curiosos; hoy ya se dispone de un nuevo frontón reglamentario y en fiestas siempre se programa algún partido exhibición para deleite de los aficionados, que son muchos.

Los naipes tenían un gran espacio con diversidad de juegos, unos para los hombres en bodeguillas y bares: gilé, julepe, con dinero en juego, mus, subastado, tute, jugándose el porrón de vino y otros para las mujeres que se reunían hoy en casa de una, mañana en casa de otra: brisca, la escoba, siete y media, con la calderilla en juego;

Muchas jóvenes eran aficionadas a las labores en punto ganchillo o bordado y los días festivos solían preparar en cuadrilla algún dulce, como el guirlache, o cagadillo como se llama en el pueblo, poniendo los ingredientes entre todas, que como dice el refrán “a medias, a poco toca” y que así les servía para invitar a los chicos por la tarde cuando iban al baile.

La bodega que casi todos los vecinos tenían en lo que llamamos El Castillo siempre bien surtida del vino de La Ribera, solía ser lugar de reunión de la juventud, donde compartían sus problemas además de sacar a conocimiento general los últimos chismes y chascarrillos populares o las noticias del país que les relataba algún privilegiado que ya disponía de la “arradio”. Muchas jóvenes eran aficionadas a las labores en punto ganchillo o bordado y los días festivos solían preparar en cuadrilla algún dulce, como el guirlache, o cagadillo como se llama en el pueblo, poniendo los ingredientes entre todas, que como dice el refrán “a medias, a poco toca” y que así les servía para invitar a los chicos por la tarde cuando iban al baile. La bodega que casi todos los vecinos tenían en lo que llamamos El Castillo siempre bien surtida del vino de La Ribera, solía ser lugar de reunión de la juventud, donde compartían sus problemas además de sacar a conocimiento general los últimos chismes y chascarrillos populares o las noticias del país que les relataba algún privilegiado que ya disponía de la “arradio”.

lunes, 19 de octubre de 2015

Mis Raices Casconas - 11 - TARDES DE MERIENDA

TARDES DE MERIENDA

      
       Caída la tarde tocaba merendar y no siempre se disponía de lo necesario para ello, así que se ponían de acuerdo y cada día le tocaba a uno  sacar de su casa lo que pudiese pillar. Muchas fueron las ocasiones que desapareció del fogón la cena del resto de la familia, o los chorizos que se estaban ahumando colgados en la cocina, y nadie se explicaba como había sido, sospechando de gatos, perros, propios o del barrio antes que del propio hijo que  ese día compartía con sus amigos el buen hacer como cocinera de su madre, hermana o cuñada, como le pasó a Antolina, que se llevaron el pollo ya guisado con la cazuela y todo y meses después le llevó el tío Esteban la cazuela a la abuela, para ver si era de casa que alguien se había dejado olvidado en la bodega. A Afrodisia también en una ocasión la quitaron del corral el mejor pollo que tenía, y aunque sospechó de sus hermanos pequeños nunca lo supo con certeza.   
      Había que ser solidario y cuando alguno de la cuadrilla no participaba como los demás, entre todos ideaban alguna estrategia para robarle a su madre un pollo o conejo, y al hijo le decían que lo habían comprado y debía poner su parte en metálico, que se repartían y así ya tenían para unos tragos en la taberna.   Pero los chorizos tenían una atracción muy especial  y conseguirlos no presentaban demasiadas complicaciones, excepción de aquella vez que Cándido el Chapetas, José el Mantecas y Santiago el Gordillo, después de unos tragos en la bodega, comentaron que vendría bien echar un cigarro, pero por entonces estaba el racionamiento y no les quedaba ya ni rastro de ellos; el caso es que pensaron que un amigo que no fumaba les podría dar un pitillo así que decidieron dirigirse a su casa en la Calle Arriba. No hubo suerte y Santiago comentó que ya de paso lo iba a intentar en casa de su novia Felipa que vivía muy cerca, justo en la calle del Calvario, porque su futuro suegro, tampoco tenía vicio por el tabaco. No había nadie, pero la puerta estaba entornada sin cerrar cómo era habitual, pues por entonces todas las puertas estaban abiertas durante el día y Santiago con confianza, entró y sacó a sus amigos medio pan y el jarro. Anda, como vamos a comer pan solo. Es que no veo nada, pero si me ayudáis, algo encontraremos. Así fue como dieron con la orza llena de chorizos, y la alegría de tener a su disposición semejante tesoro en tiempo de hambre les hizo perder el razonamiento y salieron de allí, con los bolsos llenos de chorizos, e impregnados de aceite; mi padre de una chaqueta y los otros dos, de sus tres cuartos militar, porque estaban en la mili y acababan de venir de permiso. Bajaban por la plaza hacia los bares y generosamente ofrecían y compartían con los amigos que se encontraban, e incluso a la dueña, se los ofrecieron diciéndola, “come con confianza que son tuyos” y si no te lo crees ahora cuando subas lo verás. El padre denunció el robo y la guardia civil no tuvo dificultad para encontrar a los autores porque no lo ocultaron. Estaban en el bar y los invitaron muy amablemente a que les acompañaran al ayuntamiento, donde estuvieron encerrados toda la tarde y posteriormente les soltaron con la condición de llenar la orza con los chorizos que sus madres tenían en casa, y comprar un jarro nuevo porque le habían roto. El noviazgo se deshizo porque al novio no le pareció bien estar detenido por este hecho.
       El  lechazo de cordero (cordero de leche) asado en horno de leña, era y sigue siendo muy apreciado en toda la región, así como las chuletillas de cordero de pasto a la parrilla, y los días grandes se festejaban con merienda especial, así que si la ocasión lo propiciaba, los mozos siempre estaban dispuestos aunque el problema económico siempre estaba presente y     tenían que  afinar su ingenio para conseguir su ágape preferido.
       Para ejemplos, de cómo conseguir dinerillo para unas chuletas, me contaron que en ocasiones sacaban la yunta de machos de la cuadra y  se  alquilaban la yunta de machos y su trabajo, por el jornal, que se lo quedaban, diciendo en casa que habían estado trabajando en alguna finca de la familia.    
     Otras veces se arriesgaban a quitarle grano al padre justo un saquito de trigo, para sacar de su venta lo necesario para merendar.
      No siempre salían las cosas como se planeaban, y  después de tantos años no les avergüenza  contar entre risas aquellas aventuras de juventud, como es el caso de Valeriano el hijo de la tiá Ricarda que creyó que escondía bien el saco bajo la paja, pero su maniobra en una era junto al cementerio, estaba siendo observada desde una casa de la calle Arriba por la Roja, y una cuñada, e intuyeron lo que pasaba. Acto seguido tomaron la decisión de quitárselo, como así lo hicieron. Años después se atrevieron a confesarle la faena   que le hicieron aquella tarde de un día de Jueves Santo, y tuvieron juerga para rato. 


      Algo similar a lo que comentaba en el párrafo anterior, acostumbraba a relatar con mucho regocijo el abuelo. Decía que un domingo a la tarde del mes de noviembre, y en los días próximos a San Martín llegó a casa a una hora en que no esperaba hubiera nadie, y que al parecer tampoco su llegada era esperada, cuando empezó a oír ruidos en la planta alta de la casa, en el desván concretamente, que le pusieron en alerta, por ser ese el sitio destinado como granero. En eso que alguien empezó a bajar por la escalera; se ocultó sigilosamente y aguardó hasta ver la cara del  inesperado visitante, el cual resultó ser Ángel, uno de sus hijos. Estuvo a punto de salir de su escondite, pero aguantó porque el demonio, debía ser, le decía que algo raro se llevaba entre manos en esa tarde festiva. Así  que vigiló sus movimientos que fueron, en primer lugar ir a la calleja lateral de la casa, donde su cómplice, que tampoco le resultó extraño porque se trataba de su hijo Esteban, esperaba cargado con un saquito de unos veinte kilos; todo indicaba que el primero lo había deslizado amarrado con una cuerda por la ventana, el segundo lo recibió y quitó la cuerda que quedó recogida arriba, y ahora con paso decidido se encaminaban a la calle. Siguió sus pasos inquieto por saber qué sería lo que sus hijos llevaban en el saco y pronto empezó a entender lo que estaba ocurriendo, cuando al llegar a la plaza, porteador y cómplice se encaminaron al portal de  un
aprovechado vecino, cuyo nombre no viene al caso, pero de todos conocido, que nunca dejaba pasar la ocasión de comprar cereales especialmente si sospechaba que era de procedencia dudosa, para beneficiarse en el precio. Pocos segundos necesitó nuestro abuelo Chapetas para comprender la situación y tomar cartas en el asunto. Entró en la casa sorprendiendo a vendedores y comprador, pero éste al verle y queriendo darse tiempo para encontrar una explicación, le dijo....“¡Hombre Enedino!, ¿Cómo así por aquí?”  A lo que nuestro antepasado contestó: “pues qué va a ser sinó que a cobrar el cereal que les acabo de mandar traer a mis hijos”. Aquel día la merienda que prometía ser, no pudo ser, y la lección recibida no necesitó de más palabras. A buen entendedor