Unos surcos en lo baldío.
Historias desde mi abuelo a mi nieto.
domingo, 10 de noviembre de 2024
Adios amigos
Soy Francisco, coloquialmente Paco. Me inicié en esto de abrir un blog y he disfrutado con la escritura de lo que se me iba ocurriendo, pero ya doy por finalizada esta etapa y me toca despedirme de mis seguidores.
Esta será por ahora y tal vez definitivamente la última entrada, de 122 que mes a mes he publicado en este blog que empecé con “Unos Surcos en lo Baldío” en marzo del año 2014. En todo este tiempo mantuve la pretensión de hablar de experiencias propias, noticias, conversaciones interesantes, lecturas, opiniones y vivencias que me llegaron por boca de personas mayores que nos precedieron y tuve la suerte de escuchar. Otros capítulos que en realidad no trataban de nuestro pueblo ni siquiera de la comarca de Ribera del Duero completaban la entrega que periódicamente añadía en el blog simplemente porque me parecían de contenido interesante por ser de índole cultural o clave de humor. No siempre lograría que el lector estuviese de acuerdo con los artículos, pero al menos no expresaron su desacuerdo conmigo. Gracias a todos.
Esta decisión de dejarlo se debe a que mis cualidades se van mermando. Cuando empecé tenía diez años menos, pero pasé los 73 tacos y se hacen notar, me canso especialmente por la vista y la actividad antes grata de exploración para elaborar un artículo, buscando la noticia de interés en libros, enciclopedias o internet se hace costoso y he comprendido que no se debe a que la letra impresa cada vez es más pequeña.
Entre todas las entradas yo también tengo preferencias por tocarme la vena sentimental, familiar. Como “A Mi Madre.” Cascón, tal es el caso de “ÁBATE El Diccionario Cascón”, De los dedicados a la naturaleza, tal es el caso de “Los Tres Mosquiteros” o “El Capitán A Posteriori” tema popular no dedicado a ninguna región en particular y también me gustó cómo quedó el trabajo sobre “Los Palomares” etc.… A veces habré coincidido con la opinión manifestada por los lectores y así lo han expresado en los comentarios al pie donde algunos lo manifestaban. Agradezco su sinceridad por hacerlo y doblemente por no ser muy malos conmigo.
Reitero las gracias y quedo por siempre vuestro. Paco, el Chapetas. Un Cascón.
viernes, 27 de septiembre de 2024
Torresandino
Mi pueblo, mi patria chica.
Me trae recuerdos de la niñez. Los juegos infantiles, y de los amigos
cómplices de fechorías, de los vecinos de mi calle que en ausencia de mis
progenitores cuidaban de mí. De los bichos del corral que generalmente estaba
en la trasera de todas las casas: Dos cochinos que criábamos para aprovisionar
la despensa de tocino chorizos y jamón para muchos meses, alternándolo con los
huevos y los pollos que nos proporcionaban una docena de gallinas y una o dos lechigadas
de conejos. Merecen ser mencionados aparte el macho de nombre Chato, un mulo de
color castaño, el perro Chispa y el gato Rufo, porque estos demostraban su
apego a los humanos con mimos y
carantoñas llevándose a su vez caricias y halagos por desempeñar su tarea en el
hogar. Eran queridos y respetados. Naturalmente nunca serían comidos.
Cuánto ha cambiado todo. No todo positivamente, pues he de
poner el ejemplo del monasterio carmelita de Santa María de los Valles que
desde la desamortización de Mendizábal fue en continuo deterioro hasta que si
nadie lo remedia en pocos años quedará sólo un majano para el recuerdo sin
embargo cuenta el pueblo con una iglesia de transición del románico al gótico de
origen románico con transición al gótico que tras una reciente restauración
está preciosa. También el trazado de las calles se mantiene, si acaso se han
expandido por las afueras, o la arquitectura de las casas que mayormente sigue
el estilo tradicional de los pueblos de labranza, con la obviedad del material
empleado en las nuevas construcciones que pasó del adobe al ladrillo. Los
hogares son mucho más confortables de lo que eran medio siglo atrás. Desapareciendo
estancias como espacioso portal que daba a paso a las cuadras, un enorme
espacio que ahora se ocupa con los baños y una amplia sala de estar.
Pero el mayor cambio y este negativo, es que a Torresandino le puede pasar como a su monasterio. La imparable disminución de la población que ha pasado de 1500 a 500 habitantes en este periodo. La población residente son mayormente personas mayores y los edificios aunque se hayan restaurado se van quedando vacíos. No quedan niños ni se toman medidas para revertir la situación. El futuro es problemático y está incluido en la lista negra que se conoce como la España vaciada. ¿Se podrían hacer cosas? O ya es demasiado tarde.
Siempre depende del dinero que requiera la iniciativa para que
alguien se meta en la aventura a no ser que las ayudas por parte de los
organismos oficiales sean importantes y el proyecto se haga más interesante
para vencer el miedo a arriesgar su propio capital, que es la barrera de los
emprendedores. Algunas ideas podrían
tener éxito.
Una residencia de ancianos haría posible que nuestros
mayores dependientes siguiesen en su pueblo, cuidados por personas conocidas y
que otros que viven solos en su casa puedan tomar al menos una comida al día en
un comedor social.
Una escuela con residencia incluida para cursos trimestrales
a distintos niveles de artes y oficios tales como forja, alfarería,
adiestramiento de perros, escultura, peluquería, jardinería y otros que la
sociedad demanda y a veces es difícil conseguir.
Estamos en La Ribera del Duero pero nuestras tierras quedan
por ahora fuera de la denominación de origen del vino por diferentes razones lo
cual no impide que en nuestra villa promocionemos esos caldos con un aula de
formación para los interesados en todo el proceso de la elaboración hasta la
venta del vino. Participarían los bodegueros de la zona exhibiendo sus
creaciones en catas a ciegas. Tal vez fuese el inicio de una escuela de sommeliers.
Puede que esté dando palos de ciego, que mi discurso no
sirva de nada pero pienso que también es una posibilidad que una semilla caiga
en terreno fértil y no haya sido en vano. Otras personas pudieran tomar la idea
y al final se consiga algo, porque es mucho más dudoso que los señores que deberían ocuparse en evitar
que los pueblos sigan quedando abandonados están ocupados en luchas por el
poder.
A tí lector que buscas un lugar tranquilo para huir del mundanal ruido, este puede ser tu sitio pues con cuatro perras te puedes hacer con una vivienda y la gente que habita este pueblo es muy entrañable. Visítalo puedes pasar unos días o un fin de semana de prueba en la casa rural y repetirás, lo sé. Y serás un nuevo embajador para mis ilusiones.
Tenemos que salvar la escuela antes de que nos la cierren por falta de alumnos, el servicio médico, la farmacia el supermercado y sí se puede creámoslo firmemente y lo conseguiremos nosotros mismos o... Que Dios nos coja confesados, todos tendremos que entonar el mea
culpa.
miércoles, 4 de septiembre de 2024
Me vuelvo al pueblo
Este relato lo presenté al X Concurso Literario Arsenio
Escolar que promueve la asociación ESGUEVANÍA de Torresandino. No conseguí
quedar entre los finalistas, pero lo incluyo en mi blog porque está basado en un
caso real, novelado al 50%.
ME VUELVO AL PUEBLO
Antes de nada, empezaré narrando las circunstancias por
las cuales yo, Félix marché a vivir lejos de la tierra que me vio nacer. Mi
querida madre, esa mujer que me dio el ser, me lo recuerda con cierta
frecuencia. Más o menos pudo ser así.
Pilar y Lourdes, mi madre y mi tía respectivamente por
ser de edad similar compartieron divertidas experiencias juveniles y las
penurias y satisfacciones del hogar paterno, así que hablaban abiertamente
incluso sobre temas íntimos; pero a veces una conversación banal toma
derroteros imprevistos ‑como debió suceder aquel día‑, dando lugar a ideas
sugerentes para un asunto posterior a otro nivel.
‑Cuida tus palabras Lourdes, por favor ‑exigió mí madre‑.
Ser la hermana mayor, no te da ningún derecho para hacerme esos reproches.
‑Me tomo la libertad de decirte que ya está bien ‑insistió
la aludida‑. Elías y tú no tenéis vergüenza, seis años casados y este será el
quinto churumbel. ¡Cuándo vais a parar!
‑Lo dices por envidia ‑protestó otra vez mi madre‑,
vosotros sabréis qué os pasa, en vez de meterte conmigo dile a Julián, que no
hay que ver tanta tele. A ver si voy a tener yo la culpa de que tu marido no te
haya embarazado en diez años, pues aplícate guapa, que se te va a pasar el
arroz.
Eran escaramuzas tan repentinas como pasajeras, pero se
querían mucho.
‑No Pilar, si te ha molestado perdóname, pero no eches a
Julián la culpa, que él cumple sobradamente como esposo, hemos visitado al
ginecólogo y parece que el problema es sólo mío. ¿Entiendes? ¡Sólo mío! ‑Repitió
Lourdes sollozando‑. El doctor ha sido tajante y concluyente.
‑Vaya, cuánto lo siento cariño. ¿Cómo iba a imaginarlo,
Lourdes? Te veo llena de vida y tan lozana, que jamás hubiera dudado de tu
fertilidad. Déjame darte un abrazo hermanita.
Un mes más tarde nació David, el último de mis hermanos y
dos semanas después se celebraba el bautizo. Pilar y Elías, papás de nuevo,
propusieron en esta ocasión a los tíos Lourdes y Julián que fueran los padrinos
y estos halagados, corrieron con los gastos de un fastuoso convite. Al final,
animados por la alegría que reinaba en la fiesta, se atrevieron a hacer la
proposición que mi tía venía madurando desde hacía tiempo.
‑La vida sería muy diferente con un niño en casa ‑manifestó
Lourdes‑, daría alegría a nuestro hogar y seríamos el matrimonio más feliz del
mundo. Todo nuestro amor sería para él pero ya es definitivo, nunca podremos
tener uno nuestro. Ya ves Pilar, lo retorcida que es la naturaleza, yo no puedo
y tú, mi hermana, cinco.
El camarero interrumpió la plática, pero en un minuto
Lourdes la reanudó.
‑Permíteme Pilar, quiero contaros una idea que hemos
madurado mucho Julián y yo. Por favor, escucha también tú Elías, tenemos que
hablarlo los cuatro.
‑Veréis, deseamos exponeros lo siguiente. ¿Dejaríais que
Félix, el mayor de vuestros chicos viviese con nosotros en Bilbao? Sería
nuestro hijo adoptivo.
Sonó como si hubieran tirado un petardo sobre la mesa.
Mis padres no se lo esperaban.
‑Recibiría todo nuestro amor –prosiguió Lourdes‑, tendría
su propia habitación y asistiría al mejor colegio. Después al instituto que
está tan sólo a 50 m., mientras que aquí, los niños tienen que viajar todos los
días 12 km en autobús.
‑Pensadlo ‑manifestó Julián‑, el niño pasaría las
vacaciones con vosotros, pero el resto del año disfrutaría de las comodidades
que ofrece la ciudad, sin duda mucho mejor que la vida rural y sin las
estrecheces económicas que tenéis en casa; ¿no estás de acuerdo Elías?
Al ser aludido, mi padre no se aguantó por más tiempo y
respondió enérgico.
‑ ¿Qué es lo que tienes tú engreído presuntuoso? Un
triste sueldo que yo sepa, no es para alardear de riqueza. Justito para vivir
al día y si la empresa para la que trabajas fracasase,
ninguna otra te contrataría por tu edad. Regresarías
corriendo donde naciste, para al menos sembrar patatas en el cañamar de tu
abuelo.
‑Si llegara a darse ese supuesto, cambiaría drásticamente
mi punto de vista, no lo pongo en duda, pero eso es improbable y hoy por hoy,
créeme que nos haría muy felices y pondríamos cuanto esté a nuestro alcance,
para que el primogénito de tus hijos pudiera acceder a una carrera
universitaria. Vosotros os ocuparíais de los demás con más desahogo.
A mi madre, le había ilusionado el futuro propuesto para
mí, porque habían dicho Félix. Efectivamente el primogénito. Sin embargo estaba
de acuerdo con su esposo porque en el fondo del asunto temía perder el cariño
de un hijo, que pudiera pensar que alejarle de sus progenitores y de los demás
hermanos se debía a falta de amor fraternal.
‑Dejadnos pensarlo unos días –solicitó mi mamá‑. Elías y
yo reflexionaremos sobre ello. Hoy hemos de atender a los otros invitados.
Somos los anfitriones.
Finalmente mis tíos consiguieron que la balanza se
inclinara a su favor y mi vida dio un vuelco importante. ¿A mejor o a peor? No
sabría qué decir. No había aceptado de buen grado y los días previos a la
mudanza estuve alterado y nervioso haciendo cábalas sobre lo que podría suponer
cambiar el domicilio de un pequeño pueblo en el valle del Esgueva de la
provincia de Valladolid a un piso en Bilbao.
Me encontré con un barrio moderno, el colegio con enormes
canchas deportivas y los chicos de mi edad me aceptaron como compañero de
juegos desde el primer día. Algunos, amigos para siempre. Pero pasaba del cole
a casa y por la tarde no me permitían salir a corretear.
Mi infancia y adolescencia la pasé muy sujeto, tal vez
mis hermanos anhelaban, cambiarse por mí en cambio yo les envidiaba porque
ellos estaban con papá y mamá, y su libertad. En las vacaciones me lo pasaba
bomba y el resto del año lo echaba de menos. Montábamos sobre el burro del
vecino, perseguíamos al gato de la señora María, nos enseñaban a ordeñar las
grandes tetas de la cabra, recogíamos huevos del nial de las gallinas y
recolectábamos moras silvestres en el arroyo.
Dos años más tarde, a mi ausencia se sumó la muerte de mi
padre en accidente de tráfico quedando mi madre viuda. Ya no estaba muy convencida.
Cada vez que por las vacaciones estábamos a solas abría su corazón y repetía
aquellas charlas con Lourdes como justificando su proceder de antaño para que
yo la perdonase.
‑Ellos te quieren, respétalos y estudia mucho, el
sacrificio merecerá la pena Félix ‑aconsejaba mamá‑. Deseo que alcances una
buena formación, pero para mí lo importante es que seas un buen hombre y que
algún día me traigas nietos a casa.
Pasaron los cursos y he de reconocer que no fui buen
estudiante y tras conseguir a duras penas un aprobado en lo que entonces se
llamaba bachiller superior, decidí abandonar. Ni siquiera me sentí con fuerzas
para presentarme al curso pre-universitario.
Mis padres adoptivos, autoritarios y exigentes, pusieron
el grito en el cielo, me habían puesto mesa de estudiar en mi habitación, pero
nunca se sentaron conmigo para ver mi trabajo. Debían haberse preocupado antes,
estimularme con palabras de aliento, tal vez también alguna regañina y al final
una cariñosa frase de condescendencia. Veremos qué puedes hacer Félix, no
abandones. Como hubiera hecho mi madre.
En vez de eso, una gran bronca de mi tío Julián dejó
claro que la situación había cambiado. No podrían presumir de hijo distinguido
con título universitario.
‑En adelante ‑sentenció Lourdes tajante‑, dejarás de
estar a la sopa boba.
Pienso que aunque yo seguía viviendo con ellos, ese día
perdí la condición de hijo adoptivo. Me hacían reproches y recriminaban por
todo.
Los 18 años, era mala edad para buscar un
empleo por la proximidad de la incorporación a filas, pero yo necesitaba
trabajar en algo para “no estar a la sopa boba”. Tuve suerte y en una semana de
búsqueda me contrataban en un gran edificio de oficinas como ascensorista,
oficio casi desaparecido, por
la innovación tecnológica y las botoneras automáticas.
La cabina,
clásica y de lujo, estaba fabricada con madera de ébano y caoba, la
adornaban espejos y lámparas de Murano y
requería un mantenimiento costoso. Por esa razón sólo se conservaban en
edificios especialmente distinguidos y elegantes. Daba cierto prestigio
y se asociaba con un signo de calidad y atención al cliente.
Me dedicaba a subir y bajar de 8 a 13,30 y de 15 a 17,30
horarios de oficina solapando este servicio con la limpieza de la cabina que
mantenía impoluta y el reparto del correo. Actividades que me hacían popular y
me granjeaban simpatía entre los inquilinos del edificio.
Pasaban los meses y el sueldo aunque escaso, me
proporcionaba cierta autonomía para ayudar en los gastos de casa y para salir a
divertirme con chicos y chicas de mi edad, sin tener que pedir a mis tíos la
paga. La relación con ellos había cambiado pero aguanté hasta ir a la mili. Ya
pensaría qué hacer al licenciarme.
No sé cómo clasificar aquel tiempo en el ejército y
respeto que otras personas tengan un concepto diferente al mío. Fueron 15 meses
totalmente ociosos, sin apenas instrucción militar. Si llegan a venir los malos
nos sacuden hasta en el DNI.
Mi regreso coincidió con la depresión económica provocada
por la subida de los precios del barril de petróleo y la energía, que dio paso
a un periodo de crisis mundial, la importante recesión económica de los 80. Era
preciso apretarse el cinturón y en mi empresa decidieron cambiar mi querido
ascensor, por otro totalmente automático. A mí me recolocaron en el puesto del
portero que se jubiló.
Las
tareas que me ocupaban la mayor parte de las horas, consistía en permanecer en
la portería para recepción de clientes, comerciales o visitas y proporcionarles
la información que cada cual pudiera necesitar y puntualmente otros cometidos, como comprar en el kiosko
el periódico local y diarios económicos e información de mercado para el
director e incluso encargar en Taberna Berri, justo al lado, un pedido de cafés
y botellines de agua para la sala de juntas, que en unos minutos traía Isabel,
la camarera. El cambio conllevaba un sueldo algo mayor y esto me vendría bien,
porque mis salidas de fin de semana eran ahora cotidianas. Recuerdo que cada
una de esas veces tenía que discutir con el tío Julián.
‑Ya veo Félix que esta noche te vas de parranda otra vez
¿Te has vuelto muy juerguista últimamente no?
‑Sólo soy un joven normal tío y salgo una vez por semana,
lo que hacen todos mis amigos, pero no temas que no bebemos en exceso ni nos
metemos en líos.
‑Mejor sería que te buscaras novia Félix –intervenía tía
Lourdes‑. Eso es lo que necesitas, una chica; que a tu edad otros están ya
casados.
‑Decididamente tíos, vuestro control de mis salidas no
está justificado, es propio para adolescentes. Tiene que terminar, ya soy un
hombre y como es lógico, no tengo porqué seguir acatando reglas de ese tipo.
‑Te olvidas que estás bajo nuestro techo –intervenía el
tío Julián‑, y mientras así sea, yo soy el que dicta las normas.
‑Dejadlo ya ‑ordenó Lourdes‑ que me desazonáis.
Sabíamos que su corazón estaba delicado y cuidábamos de
ella como su precaria salud requería. La tía Lourdes llevaba años con
tratamiento médico sin aparecer nuevas recaídas. Naturalmente, contrariarla
suponía darle un disgusto y evitábamos en lo posible que eso ocurriera, pero
todo tiene un límite. Había una línea roja por la que tuvimos varios
desencuentros y no transigí. Estaba obcecada en que cortejara a una jovencita
ligera de cascos hija de alguna de sus amistades.
Tenía la tía 56 años, cuando una noche la
muerte se la llevó sin darnos cuenta, en paz. Pasaron las exequias y tocaba la
vuelta al trabajo. Mi relación con Julián me tenía intrigado, porque el que yo
permaneciese en la casa dependía de él, pero al día siguiente me sacó de dudas:
‑Hijo, Lourdes nos ha dejado a ambos. ¿Qué vamos a hacer? Por mi
parte y si tú estás de acuerdo, nos podemos organizar en las tareas del hogar y
como padre e hijo adoptivo, cuidemos el uno del otro.
‑No me parece mal que sigamos juntos ‑propuse
sinceramente‑. Si tú, a la vuelta de la fábrica te encargas de la limpieza, yo
puedo ocuparme de hacer la compra y cocinar. ¿Te parece?
Así empezamos a explorar una etapa nueva, y
por mi parte me congratulo que fue bastante exitosa, en cambio él estaba muy
abatido por la falta de su mujer y fue por entonces hacia el año 1983 que su
empresa de acuerdo con los sindicatos, pactaron una reducción de plantilla de
40 trabajadores, mediante un ERTE (expediente de
regulación temporal de empleo) y el tío Julián con 59 años quedaba fuera
hasta la prejubilación. Encantado, se marchó a Valladolid, donde tenía sus
hermanos y sobrinos y me quedé solo. No sé lo que hubiera dado para poder hacer
yo lo mismo, pero el trabajo me retenía allí, en Bilbao.
Mi empresa por el momento no daba señales
de flaqueza a pesar de que la actividad decreció y la monotonía se hacía
evidente por los bostezos de media tarde, que a veces interrumpió Isabel con algún
mandado de la cafetería. Era alegre y simpática surgiendo entre ambos algo, que
tardé en darme cuenta de que era más que empatía. No supe cuándo ocurrió pero
me había enamorado y era recíproco.
El año 1986 empezó toda una serie de
acontecimientos importantes pero negativos. En primer lugar, a mi tío Julián le
diagnosticaron cáncer de páncreas y una esperanza de vida de 3 meses, como en
efecto sucedió. Cada 15 días pasaba el fin de semana con él y me aseguraba que
el resto de la semana estaba muy bien atendido por sus familiares. La
enfermedad, iba demacrando su aspecto y se intuía que el desenlace estaba
cerca. Cuando me comunicaron que estaba ingresado conseguí de mis jefes dos
semanas de vacaciones y pude así pasar junto a él los últimos días, estar presente
en su fallecimiento y encabezar los actos funerarios.
Nadie mencionaba nada sobre los bienes del
tío. Hablé yo, con los sobrinos.
‑Lamento tener que marchar a Bilbao ‑la
empresa me reclama aseguré.
‑ ¡Ah! Puedes marchar tranquilo ‑respondieron‑,
nosotros solicitaremos el certificado de defunción, las últimas voluntades,
certificados bancarios etc...
Yo, que en verdad tenía que volver al
trabajo, agradecí la disposición.
No tardó mucho en llegarme un correo
certificado con acuse de recibo, notificándome el desahucio. Al parecer, Julián
mi padre adoptivo había hecho testamento y explícitamente me desheredaba. Como
es obvio, los sobrinos de él eran los beneficiados por el difunto y querían el
piso libre de inquilinos, ya. Consulté una asesoría y contraté sus servicios
para negociar que me concedieran una demora, hasta encontrar otro lugar donde
vivir.
Isabel me reconfortó, me dio fuerza y fue
mi desahogo. Teníamos la misma ilusión en un futuro compartido, pero poco a
poco se estaba truncando. Lo último fue que la compañía para la que yo
trabajaba, estaba de nuevo en crisis y decidieron que era necesario recortar
gastos. En esta ocasión optaron por despidos incentivados.
‑Me dejan en la calle Isabel. Pierdo la
vivienda y ahora me echan del trabajo. ¿Qué será lo siguiente? ¿Qué puedo
hacer?
‑Lo que tienes que hacer es pensarlo con
tranquilidad y sobre todo
Félix, ten presente que no estás solo.
‑Es fácil decirlo ‑respondí a Isabel‑, pero encontrar un nuevo empleo será difícil y me
pregunto dónde viviré al precio que están los alquileres. Esta noche no dormiré
dando vueltas al asunto.
‑Llámame en cuando te levantes, Félix.
Estaré impaciente de saber si has encontrado algo y que me lo cuentes, yo
también buscaré en los anuncios por palabras.
Llamé a Isabel por hablar, pero no porque tuviera algo que
contar.
‑Anímate Félix ‑anunció con la voz
alborozada‑. Puede que lo que te voy a exponer, cambie tu actitud de negativo a
positivo.
‑Vamos Isabel,
si tienes algo empieza que estoy sobre ascuas.
‑Verás. Hasta ahora era agradable poder
verte entre horas pero si te vas será un martirio, te lo digo muy en serio
cariño, la tarde se me hará eterna y como en el Taberna Berri pagan poco, voy a
dejar este trabajo y buscaré otro cerca de ti.
‑ ¿De verdad? ‑pregunté interesado‑. ¿A
cualquier parte?
‑No nos vamos a separar por nada ‑aseguró
convencida‑. Donde vayas voy.
‑He hablado con mis hermanos y me cuentan
que en el pueblo cierran por jubilación el Restaurante Pucela. Está en la
plaza, haciendo esquina con la Avenida de la Iglesia y se alquila ¿Te mola la
idea de hacernos hosteleros?
‑A mí me encantaría, pero quiero oírtelo
decir a ti, Félix.
‑Como si me hubiese tocado la lotería, Isabel, lo que tantas veces había soñado. Será una gran sorpresa para mamá y
organizará una gran fiesta para dar a conocer, que el hijo que marchó para ser
hijo adoptivo, regresa como el hijo pródigo. No te llevo nietos todavía mamá,
pero celebrarás encantada que la bella mujer que me acompaña, me ama y está
dispuesta a vivir conmigo.
‑ ¿Decías Isabel que querías oírmelo decir?
¡Me vuelvo al pueblo!
En efecto, así fue que en unos días se
cumplía mi sueño.
A la par que el gastrobar empezaba a
materializarse, algo había germinado con éxito y empezaba a bullir en el
vientre de Isabel. Esto culminaría los anhelos de ambos, porque era este el
otro proyecto, no menos deseado, el sueño de ambos.
FIN
domingo, 28 de julio de 2024
Cerca de Villaño
Cerca de Villaño
Menudo lío. Ahora que el tema se había olvidado y los datos fidedignos escasean, el interés por conocer cuál es la verdad sobre todo ello, se multiplica. Aparecen artículos en EL CORREO, El Diario de Burgos, La SER y los investigadores, eruditos y periodistas buscan datos que arrojen luz suficiente para trazar un mapa sobre la Cerca de Villano. El origen también da para una historia de ficción.
La cerca de Villaño no es más que un cachito de Bizkaia en mitad de las merindades de Burgos en el municipio de Villaño del Valle de Losa. De apenas media hectárea de extensión y que no sale en los mapas, hoy es un despoblado, que antiguamente estaba delimitado por un muro de donde proviene su nombre y posteriormente marcado con mojones.
Una cerca con tres casas, que en vez de ser un barrio de Villaño municipio burgalés junto al que se ubica, pertenece a la ciudad de Orduña distante 5km que aunque es un enclave vizcaíno se encuentra a 7km del resto de Vizcaya, entre los territorios de Burgos y Álava.
Se han consultado archivos históricos locales y provinciales, el Catastro del Marqués de la Ensenada, el Diccionario Pascual Madoz y hasta el saber popular. Definitivamente la propiedad de este enclave a Orduña se remonta incluso a la Edad Media. Más allá de la reina Juana o su hijo Carlos.
Estratégicamente situada en sierra salvada, tradicionalmente se ha considerado un regalo de Carlos I a Orduña en 1523; pero la pertenencia a la ciudad vizcaina está documentada desde mediados del s. xv (1452), o anterior.
Curioso el hecho que propició en la edad moderna el aumento poblacional de la cerca en detrimento de Villaño, por el hecho de que las mujeres de este lugar acudieran a alumbrar a sus hijos a la casa de la partera en la cerca, edificio que aunque hundido aún se recuerda con ese nombre. El objetivo era librarse del servicio militar al quedar exentos al acogerse al fuero de Bizkaia como vizcainos.
Para el ayuntamiento de Orduña el lugar tenía interés por el tránsito de mercancías hacia la ciudad en su condición de aduana para controlar el tráfico comercial y obtener de ello rendimientos económicos y ventajas en los litigios con el Valle de Ayala.
Al parecer realizaba periódicamente, junto con representantes de la Junta de Losa, la inspección a los mojones del término, reafirmando así la jurisdicción del lugar; consta como última visita la efectuada en 1951.
El año 1950, los moradores de la cerca de Villaño fueron incluidos en el censo de población y vivienda y a todos los efectos legales, quienes habiten en ese pedazo de tierra, ahora pisan en el Valle de Losa y pagan impuestos en la provincia de Burgos. Atrás quedaron los privilegios del fuero vizcaíno, eliminados en 1876.
El propietario de la mayor parte de la cerca, afirma que su familia se hizo con la propiedad de gran parte de la cerca en 1934 y nadie dudaba de que aquel pequeño pedazo de tierra, estaba bajo la jurisdicción de la ciudad de Orduña y así constaba en sus escrituras de propiedad, igual que en las fechadas en 1986 cuando se lo vendió a su hijo Carlos Orive. Incluso señala que los habitantes de su media docena de casas votaron en Orduña en 1917 y 1918, como indican los censos electorales de la ciudad vizcaína. Ahora nadie está empadronado en la casa de Orive, que es segunda residencia, ni en otra en ruina, propiedad de una vecina de Amurrio.
El origen de la jurisdicción de Orduña sobre esta tierra es difuso ya que no existe ningún documento de que la reina Juana y su hijo Carlos I cedieron la cerca de Villaño a Orduña. A pesar de todo, el ayuntamiento de Orduña ha decidido investigar la jurisdicción sobre este enclave que poseyó, al menos desde 1452 aunque por sus reducidas dimensiones no aparece en los mapas. Si existen en el archivo de Orduña actas de los deslindes que se venían realizando de este terreno desde 1785. el propio archivo foral guarda una primera acta del año 1778 que da cuenta de la visita, reconocimiento y posesión por la justicia de la ciudad de Orduña de los 17 mojones, la mayoría ya desaparecidos que deslindaban el término de la cerca de Villaño como jurisdicción privativa de dicha ciudad. Un acto que históricamente el alcalde y los concejales del municipio vizcaíno acompañados de pregonero y txistularis tenían la costumbre de celebrar, publicando un bando al respecto para comprobar el buen estado de los mojones y comprobar que no hubiesen sido removidos de su situación original, y así fue, al parecer, hasta 1951. También Villaño cuenta con copia de documentos que llegan hasta una última acta de 1950-1951 no obstante, el documento anterior data de 1906.
La Cerca de Villaño no tiene mucho valor de tipo político ni económico más bien por su escaso interés fue quedándose en el olvido, pero hay quien piensa que la historia ha de ocupar su lugar.
miércoles, 26 de junio de 2024
SAN ISIDRO LABRADOR
Fiestas de San Isidro
El 15 de
mayo, en Torresandino como muchos pueblos dedicados a la agricultura se celebra
la fiesta a San Isidro Labrador. Tradicionalmente se le pedía que nos trajera
lluvias porque era el momento óptimo para que las cosechas floreciesen con
ímpetu. También en Madrid le tienen gran devoción porque según dicen nació en
sus arrabales donde, vivió y conocieron sus milagros allá por el siglo XII.
En nuestro
pueblo la sequía trajo muchos desengaños a pesar de que no se dejaba de hacer
rogativas a San Isidro y a la Virgen de Los Valles. Hoy como de llover no está
se espera más de los tractores y abonos. Hombres duros y tenaces que les queda
muy poca fe, pero la costumbre no se pierde y en el día señalado se sale en
procesión al campo si el tiempo lo permite y las actividades se completan con
un escueto programa lúdico festivo en honor de San Isidro como este del año
2024
A las 12:00 procesión, bendición de los campos y Santa Misa amenizada con Dulzainas y la actuación del grupo de Danzas El Carrascal. A continuación se ofrecerá un vino español en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Torresandino
La asociación de jubilados "Virgen del Carmen" organiza un concierto a cargo de Jubi&Band, a las 19h en el Salón Cultural. Colaboran: Asoc. agric. ganaderos de Torresandino, y los bares La Trocha, Los Nogales y El Wachinche
Se adjunta cartel
lunes, 13 de mayo de 2024
Un embalse que no pasó de proyecto
Un embalse que no pasó de proyecto
Aquel pantano se alimentaría de las aguas del Esgueva engrosadas
quinientos metros antes de la propia presa por el río Aguachal o Henar como le
denominan en los mapas. Es su principal afluente, cuyo nacimiento está en
Cilleruelo de Abajo, más las aportaciones a este del arroyo de Quintanilla que fluye
por terrenos de Torresandino.
La presa cerraría el valle desde el cotarro San Cristóbal
hasta las faldas del Andiable pasando junto al molino de arriba. Quedaría por
lo tanto muy cerca del casco urbano de Torresandino y nos lo imaginábamos apto para
deportes náuticos como vela, pesca, natación.
Yo era un niño porque hace de aquello ya más de sesenta
años, pero recuerdo las posteriores ocasiones que buscando setas de cardo subí
al cotarro y allí estaban los tacos de madera que nos decían a los niños que se
clavaron en la ladera para tener la referencia al hacer posteriores mediciones.
Finalmente se abandonó el proyecto con el regocijo de los
habitantes de Villatuelda y Terradillos que respiraron aliviados porque estos
pueblos quedaban anegados por las aguas, mientras que los labradores de
Torresandino quedaban decepcionados por no llegar a ver cumplidos sus anhelos
de regadío.
Pudo haber pasado pero no pasó, pero no estoy contando un
cuento o leyenda, que se quedó en un proyecto del siglo XX, año cincuenta y
nueve.
jueves, 18 de abril de 2024
NOTAS NECROLÓGICAS
NOTAS NECROLÓGICAS
Mantengo cierta amistad con Miguel Padilla, un inmigrante mejicano que recién llegado a nuestro país se empleó como especialista de los servicios funerarios de la ciudad. Pero entre nosotros, en lo que más ocupaba su tiempo era de enterrador. Bueno así era hasta tiempos recientes porque con la evolución de las costumbres para honrar a un familiar fallecido, en esta época que nos ha tocado vivir y morir, los usos en los decesos nada tienen que ver con los de aquel no tan lejano pasado. De ahí que su trabajo antes exclusivo en el cementerio ahora se diversifica con la opción cada vez más utilizada de crematorio que según dice mi viejo amigo es más variado y menos laborioso.
¿Cómo estás Miguel? He notado un cambio a mejor en ti. Últimamente te he visto siempre de traje y corbata, acaso has dejado el macabro oficio de sepulturero.
Gracias por preguntar señor Francisco, pero con los tiempos que corren no me diga esa palabra tan desdeñosa, utilice empleado de pompas fúnebres, que está como más con la actualidad. Y respondiendo a su pregunta, pues que trabajando en un nicho elevado, caí de la escalera y me lesioné la cadera. Ahorita el jefe me varió las labores y me encargo del tanatorio.
¡Caramba! cuánto me alegro ese cambio parece estupendo. ¿No es así?
Puede decirse que ya no estoy expuesto a las inclemencias del tiempo, tampoco he de subir a las alturas y mi uniforme y compostura ha mejorado pero en ocasiones echo de menos el camposanto porque allí, salvo la media hora que la familia acompaña al difunto, todos los permanecen calladitos y el silencio es sepulcral. Reina la paz, sabe usted, lo que en la sala del velorio el único que está en paz es el muerto. Todo el mundo hablando y criticándose unos a otros, hacen que parezca un gallinero. Fíjese señor Francisco hasta donde llega el vocerío, que en ocasiones he tenido que intervenir para pedir un poco de respeto por el difunto, está muy feo hablar mal de los que no se pueden defender, por favor, que les estará oyendo.
Imagino que tendrás muchas anécdotas espeluznantes que podrías contar
Así es, señor Francisco. Pero las tengo de todos tipos mezclados con historias que son simples habladurías o chistes inventados. Las prefiere tristes, graciosas o delirantes.
No lo sé Miguel, cuenta algo divertido sobre los funerales.
Ahí van unas cuantas, a ver qué le parecen.
Era una esposa que contemplando a su finado esposo le dijo a su acompañante: Hay que ver lo bien que le sienta la muerte, no sé por qué se resistió tanto.
Esto sí que es humor negro, Miguel.
Otra viuda en la misa de cuerpo presente escuchó al sacerdote que hablaba del difunto. Hoy, decía, despedimos al que fue marido y padre ejemplar. Alarmada le dijo a su hijo:
Niño mira si el del ataúd es tu padre que creo que nos hemos equivocado de funeral.
Dígame Francisco, este, ¿Cómo lo vio? ¿Le gustó?
Imagino la escena con el fastuoso ataúd al pie del altar, es un chiste bastante grotesco.
En ese caso ahí va otro de funeral algo más cómico.
En esta ocasión el finado era el director de una compañía, muerto al caer su automóvil por un precipicio; sus empleados asistían a la misa funeral en la iglesia local. El reverendo elogiaba al fallecido con gran énfasis como correspondía al benefactor económico de la parroquia: Hoy ha muerto Don Graciano, un cristiano comprometido, un alma generosa y con él perdemos también un gran trabajador.
Un empleado de atrás le preguntó a su inmediato colega. ¿No dijeron que viajaba solo?
Muy bueno, me ha hecho reír Don Graciano, Miguel.
Algunas empresas fúnebres animan a sus clientes a comprar el féretro más caro con un anuncio un tanto espeluznante: Este es el más caro pero es para toda la vida.
¿Cómo lo ve Francisco?
Eso es así efectivamente la familia sabe que es un negocio, pero quiere cuidar la fastuosidad. Cuenta más Miguel.
Un papá le decía un día a su hijo en el funeral de su abuelo:
El hombre se cree dueño del universo, porque hace que los cerdos le busquen trufas, se viste con piel de oveja, es capaz de adiestrar a los perros para que le defiendan de los lobos, puede cabalgar sobre un caballo y se alimenta con vacas y toros, pero al final se le comen los gusanos.
Uf, este es muy triste amigo mío y tirando para mal gusto.
Ya lo siento Francisco, ahorita le cuento otro más alegre.
Este era un buen nieto que corregía a su anciana abuela ante el ataúd del abuelito: No abuelita lo dices mal, lo que se hace con los cadáveres se llama inhumar. Ahumar es lo que se hace con los chorizos de la matanza.
De verdad que este ha sido mejor.
A ver qué le parece este otro.
Dos mendigos asisten a dar el último adiós a otro vagabundo y entablan conversación. Uno le pregunta al otro. ¿Tú sabes de qué murió? Y contesta el aludido. Debió ser en una pelea porque en la nota leí SEPELIO pero no decía con quién.
Bravo Miguel, Ahora lamento dejarte, pero tengo que trabajar. Volveremos a vernos.
Hasta que nos veamos don Francisco y si no nos vemos que sea por su culpa.