COMEDIAS EN EL SALÓN
Este episodio que ahora paso a
describir, no es más que una de tantas bromas o travesuras de juventud, de
las que solía contarnos que habían ideado participando en ocasiones solo, y en
otras, acompañado por un compinche, como en éste caso.
Había en el pueblo un salón, el conocido
del tió Julián, que se utilizaba para el baile, y en ocasiones, espectáculos
ambulantes de títeres y comedias, que solían ir por los pueblos. Un día en que
se representaba una obra seria por una compañía de comedias, destinaron el
palco superior para las autoridades y se encontraba el patio de butacas
plegables abarrotado. Bajaron la iluminación y se procedió al comienzo del
primer acto. Todo parecía que se desarrollaría con normalidad, pero entre los
espectadores se encontraban Chapetas y su más amigo el Jatas, que siempre que
estaban juntos eran temibles, y en esta ocasión necesitaron apenas un instante
para sintonizar y ponerse de acuerdo en la estrategia a seguir. Era en aquella
época algo normal el llevar la bota de vino colgada del hombro especialmente si
venía de paso que llegaban del campo o de las bodegas y no resistieron la
tentación de ver como se liaba una buena bronca. Colocada destapada y escondida
bajo la chaqueta tomaron posición bajo el palco. Me los imagino entre
alborozados y expectantes y llegado el momento oportuno comenzaron a presionar
entre el antebrazo y el pecho con el objeto de que saliera con fuerza hacia
arriba un fino chorro de vino, que a los dos metros más o menos inició la
bajada con un cierto ángulo calculado para que no les cayera a ellos mismos
sino a quien pretendían. El público afectado por el certero disparo de tiro
curvo empezó a protestar y los autores, calentando a la gente, hicieron correr
la voz de que los de arriba estaban orinando sobre los de abajo. El alcalde
paró la función y juraba que haría dormir en el calabozo a quien se le hubiese
ocurrido la idea de mear, que por otro lado estaba convencido de que alguna
de esas cochinas (refiriéndose a las mujeres
de sus concejales) era la sucia meona. El follón fue en aumento, y el
CHAPETAS Y el JATAS, esa noche disfrutaron como nunca. No aparecieron las / los
culpables naturalmente, y las comedias pudieron reanudarse.
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