LA COLADA
Recuerdo aquellos años en los que los habitantes de estos pueblos aún no
disponíamos de agua corriente en casa y el lavado de la ropa sucia era
necesario aunque se hiciese con mucha menos frecuencia que hoy en día. Era una
labor muy dura de la que se encargaban las mujeres y por
Pinzas para colgar la ropa a secar
mucho que se forraban todo lo que podían contra las
inclemencias invernales, éstas eran persistentes y difíciles de eludir. En buen
tiempo también se cubrían para que el sol no las curtiera la cara, brazos y
piernas por el asunto de que la moda era estar blanquito.
Se lavaba
en el río o los arroyos cercanos al pueblo, con aguas heladas en invierno,
aprovechando los lugares más accesibles y adaptados para ello, siendo El Parral
uno de los lugares más elegidos. Se aprovechaba un remanso de la corriente y la
lavandera pasaba horas frotar y retorcer
las prendas, con jabón contra una piedra o el útil de madera traído de casa que
llamaban piedra de lavar y el peso de ésta más toda la ropa, hay que añadir el
balde, cubo de zinc y el detergente. Para transportar la carga, sobre todo al
regreso que estaba aún húmeda y pesaba más, requería de la colaboración del
marido e incluso de un borriquillo o de una mula. El jabón utilizado
generalmente de trozo de 250g era el de marca Lagarto aunque en ocasiones se lo
fabricaban ellos mismos con grasas y sosa cáustica y añil, pero si las manchas
eran resistentes, se echaba mano de viejos trucos, a veces con barro, brotes de
mora, etc...Y para blanquear las sábanas, se tendían al sol sobre las zarzas y
se regaban de cuando en cuando con agua limpia y si esto no resultaba se las
metían en un recipiente con agua y ceniza de la chimenea. En algunas casas de
ricos tenían pozo en el corral y una pila con piedra de lavar para este uso
e incluso para ciertas ropas y ocasiones se calentaba agua. Los encargados de estas faena eran los
sirvientes.
Sería a
finales de los 50, cuando construyeron el lavadero en la Fuente Vieja con
tejado, paredes acristaladas, pilas para lavar de pie, y otras para el aclarado
con aguas limpias, ambas sobre placas de cemento diseñadas para tal fin. Esto
mitigó un poco la dura tarea, que no había evolucionado nada en absoluto de la
forma de hacerlo arrodillado y a la intemperie, como lo hacían en la
prehistoria las mujeres de Atapuerca junto al río Arlanzón.
Es el
mejor invento de la humanidad.
Así lava
hasta mi marido.
Esto permitirá a la mujer alcanzar la igualdad.
Tabla
de lavar