Nos remontamos a la guerra civil, para entender porqué en este pueblo durante muchos años había mucho rencor en los corazones de sus habitantes, sobre todo del bando de los que perdieron, que han tenido que callar los muertos en la contienda. Lógicamente, también los hubo en el otro bando, pero la represión en los largos años de la posguerra sólo la practicaron los que ganaron ante cualquier atisbo de rebeldía de los llamados rojos, entendiéndose como tal, hasta la más mínima expresión que pudiera molestar a los fieles guardadores de la paz del régimen. Dicho esto, queda aclarado que la tranquilidad y el orden en el pueblo era fingida. Como en otros pueblos, se regían por el alcalde, nombrado por los vencedores y con el cargo a perpetuidad, si el partido así lo quería y apoyado en casi todos los pueblos por los maestros, el médico, el secretario, el veterinario, la guardia civil y por el cura. Yo no voy a decir que Don Evelio, alcalde que lo fue de esta corporación durante muchos años, tuviese una buena ni mala actuación porque en mi corta edad no sabría juzgar con conocimiento, pero sé que se llevaron a cabo muchas obras que mejoraron notablemente el pueblo como: Las escuelas nuevas que realmente no se hicieron otras mejores que éstas en muchos Kms. a la redonda; restaurar el ayuntamiento a consecuencia de un incendio; asfaltado de las calles y la red de suministro de agua a las casas que transformó el pueblo en ciudad; la tan necesaria carretera de la Canaleja al monte; el lavadero municipal, el puente de las escuelas derrumbado tras una riada; dragado del río para evitar inundaciones; la casa del guarda en El Bonete con almacén para abonos; son algunas de las que me puedo acordar, y todas ellas en el transcurso de seis u ocho años de mi infancia. Pero eran las formas de la dictadura, el aquí mandamos nosotros y se hará lo que nosotros digamos, lo que a la gente no le parecía bien. Fueron años en que no cabían otras ideas, y de ciertos favoritismos. Con el paso de los años, este panorama fue tomando otro rumbo por el cambio generacional; fueron desapareciendo los autores materiales de la contienda, volvieron a sus hogares los presos de guerra, y las represalias, fechorías, y las venganzas cada vez eran menos. Los que fueron protagonistas de aquellas tristes páginas de la historia de este pueblo, tuvieron hijos y estos jugaron juntos en la escuela, más tarde estos chicos y chicas, se enamoraron a pesar de los padres o abuelos, y se revelaron ante algo que no entendían; ni los hijos de los Rojos ni los hijos de los adeptos al Régimen entendían las razones que les daban para justificar aquellos horribles episodios de destrucción y muerte que enfrentó a españoles contra españoles y en muchas ocasiones a causa del azar, se encontraban hermanos contra hermanos, disparando tiros uno en cada bando. Tampoco en la escuela se explicaban las causas que llevaron al país a la guerra; todo se reducía a unas fechas que conmemoraban algunos acontecimientos que para los ganadores de la contienda fueron cruciales. Después, estos hijos de la guerra inician la búsqueda de la verdad con lecturas y conversaciones que les hacía ver otra realidad y en muchos casos participando en manifestaciones y criticas al Régimen. Cuando llegó la democracia lo lógico era que se encauzaran en las urnas los deseos de un cambio. Y por creer que se podía hacer un país mejor sin necesidad de los partidos políticos, sin siglas que pudieran politizar el pueblo, En las primeras elecciones municipales libres, se presentó y ganó, una candidatura independiente encabezada por Blas Bombín.
A éste, le llamaron alcalde comunista pero como él mismo decía era comunista porque le obligaron a serlo, ya que con dos años estuvo en prisión con su madre presa. Este alcalde se atrevió a remover la tierra, buscando los restos de seis personas de Torresandino asesinados en La Horra, siguiendo las indicaciones de un anciano que casualmente había sido testigo del lugar exacto donde sepultaron a las víctimas. Esta fue una de las primeras exhumaciones de represaliados por el régimen del franquismo, recién reestrenada la democracia, en 1979. Hoy, descansan en el cementerio local los restos de aquellos seis hombres en una fosa, con sus nombres en una placa de granito. Entre los huesos, estaban los de su padre y los de su tío.
LÁPIDA DE GRANITO