NOSTALGIA
Foto de familia: Abuelos,
tíos y primos
Recuerdo con ilusión una tarde que fue la primera de otras muchas tardes
oyendo a mi abuelo, todas aquellas historietas del entorno familiar y de mi
pueblo, que
por
una u otra razón permanecieron entre los recuerdos de mi abuelo y ahora gracias
a él entre los míos. Y todo empezó por unas viejas fotografías de algunos
antepasados que por cierto escaseaban, porque como la economía no estaba muy
boyante, no se gastaron mucho en retratos algo que a mi siempre me encantaba y
sobre todo las
de
blanco y negro antiguas aunque aquellas estaban bastante estropeadas, pero las
encontraba un encanto especial, tenían
ese punto de misterio que me picó la curiosidad y me llevó a plantear un
sinfín de cuestiones que las imágenes me sugerían. Mi abuelo parecía tener más
información y además era el único capaz de aguantarme con tanta paciencia.
Algunas personas se me hacían familiares pero la mayoría me resultaban
extrañas. Empecé a preguntar por aquellas gentes que, unas serias y otras
sonrientes me miraban y resultó que cada una tenía su historia particular.
Nunca pensé que ocurrieran cosas interesantes en mi entorno. ¿Por qué nunca nos
contáis estas cosas abuelo? Mi abuelo me contestó contento de que me hubiera gustado. “Los mayores no os hablamos de esas cosas
porque creemos que no os interesan. Son viejas historias y de gente que no
habéis conocido y pensamos que os aburrirían o que no le encontraríais sentido
alguno. A fin de cuentas eran otros tiempos, que en nada se parecen a los de
ahora”.
Cuando por vacaciones paseo por las
calles de este pueblo, disfrutando de la tranquilidad que proporciona la calma
y el silencio, lo hago sin prisas y retrocediendo con el pensamiento al tiempo
en que por estas mismas calles los carros se movían ruidosos y torpes dejando
profundas roderas en el barro y cuando llovía los peatones tenían que pasar
sorteando los charcos, y a veces calzados con zuecos o almadreñas. Hoy toda la
calzada está limpia y los niños juegan con cromos sentados en el suelo de
cemento, cerca del corrillo de mujeres, que a la sombra de la casa pasan las
tediosas horas de verano. Éstas murmuran a mi paso, como lo hacen siempre de
los desconocidos: ¿Quién es, no le conocéis? ¿De quién será?. Se da un aire a
los de tal o cual familia; una voz menos enérgica pero más experta asegurará
que no se trata de un forastero, que es un hijo del pueblo de los que hace
muchos años se marcharon a Bilbao, pero nació aquí; su abuelo y su padre, eran
buena gente; es un Chapetas. Efectivamente los emigrantes de Torresandino
salían en su mayor parte a Bilbao y los
pueblos de los alrededores donde abundaba la industria siderúrgica, astilleros
y la construcción; Primero los que estaban en edad de trabajar y buscaban una
casa para traer al resto de la familia. Siempre llevaban en mente que en el
pueblo no había trabajo y que eso no iba a cambiar, por lo tanto enfocaban el
futuro sin retorno.
Con mis hermanos Rosi, Petri y Lázaro. Con Marisa,una prima junto a las casas del Castillo del tió * Julián
(*)Tió/Tiá: Forma habitual
de nombrar similar a Señor /Señora a personas mayores.