IDENTIDAD
Soy Francisco, o familiarmente Paco. Mis padres vivían en Torresandino, un pueblo burgalés cuando me llegó el momento de salir al mundo. Según me han contado era un lunes con luna nueva, y lo primero que oí decir fue: “Antolina, es un niño”. Esta frase dirigida a mi madre, hablaba de mí y aunque yo no lo entendí muy bien, percibí que eso hizo que se pusieran contentos, especialmente Cándido, mi padre. Ocurría en una anticuada habitación del ajado domicilio conyugal en la calle que es hoy la Avenida de las Escuelas, aquel edificio cochambroso ya no existe y mi residencia de la infancia (que tampoco está ya), fue en la calle La Empedrada. Mis ratos de ocio, los pasaba mayormente por la zona de Las Boticarias y el Corral de Pineda. Después cuando contaba yo con 11 años, emigré con toda la familia aunque no hemos dejado de volver en vacaciones, a la calle Arriba (Calle San Andrés). Por lo tanto, soy de Torresandino, un lugar de la España profunda, de cuyo nombre jamás dejaré de acordarme, porque llevo con mucho orgullo el gentilicio de CASCON, aceptado por todos los nacidos en esta tierra.
Reconozco que para la elección de mi nombre fue un poco providencial que mi padre se encontrase con Dionisia la esposa del Pasiego, que le persuadió sobre el nombre del santoral del día 4 de junio, cuando él ya se dirigía a registrarme con otro mucho más arcaico pero al parecer en memoria de un familiar. Efectivamente, San Francisco de Caracciolo un santo italiano del siglo XVII murió en esa fecha, Tuve suerte, porque también se celebra el mismo día San Croidano, San Oprato, San Medano y San Metrósfones.
En cuanto a mi apellido, García es conocido que desde la historia antigua hasta hoy, hubo reyes, presentadores de TV, conquistadores, directores de cine, médicos, escritores, investigadores, periodistas y en cualquier otra faceta de la existencia humana, pero no pretendo averiguar si este humilde servidor, entronca con nadie en especial, que sería una ardua tarea remontarse en la oscuridad de los tiempos. Dejando de lado el linaje o la genealogía del apellido, me reafirmo en que desciendo de una clase social que no tuvo títulos ni privilegios y sin embargo hasta donde he podido informarme, fueron siempre estimados y tenidos por gente noble y honrada. Sí voy a presumir de la heráldica y decir, como reza en nuestro escudo, DE GARCIA NADIE DIGA.
Siempre pensé que mi trabajo no era lo que a mí me hubiera gustado hacer. Y que de poder elegir, mi inclinación sería letras. Claro que la vida todo lo tergiversa y me dio la primera oportunidad en ciencias, que me fue bien y no podía quejarme. Unido a un trabajo que me dió cierta seguridad, un sueldo interesante que no quería dejar, posibilidades de promocionar y adiós muy buenas, que me duró 46 años. En eso me quedé. Hoy ya tengo 61 años de edad, trabajaba como técnico industrial, pero en este momento en paro, despedido por quiebra de la empresa y sin trabajo por culpa de la crisis general. A esta edad, encontrar otro trabajo sería un sueño. Espero prejubilarme cuando se me termine el subsidio de desempleo, por lo tanto, ahora soy un parado más de las listas del Instituto Nacional de Empleo (INEM) y después pasaré a ser un pensionista más de la Seguridad Social (SS). Ya es demasiado tarde para empezar, pero como tiempo me sobra, nada me impide que haga unos pinitos, escribiendo en mis ratos libres, para satisfacer mi propia curiosidad.
Yo,Francisco año 1960 |
En todo este tiempo, me ha tocado vivir muchas cosas: Las amargas, mejor no sacarlas del olvido pero otras merece la pena recordarlas, como los grandes momentos de nuestras vidas. Me casé con Mª Nieves Herrería y tuvimos a Edurne, ésta se casó con Alejandro Garmón, y ya tenemos un nietecillo, Asier. Somos además parte de una gran familia, que como diría S.M. D. Juan Carlos, “nos llena de orgullo y satisfacción”. -La vida sigue-.