Ya que he relatado lo de mi primer animal de compañía, no puedo dejar de hablar de la amiga canina que hoy en día me acompaña muchos ratos agradables de mi tiempo de asueto. En un principio quise llamarle Cascón pero al ser hembra lo cambie por Xana nombre de las brujillas de los bosques según la mitología Astur o Ada buena que diríamos en castellano sugerido por Alejandro (mi yerno) pues él tomó parte activa para conseguirla.
Pues bien, me encanta
pasear y siempre quise tener un perro de mascota. Recordaba que tuve uno cuando
vivía en Torresandino, (Burgos), pero más tarde residiendo en la ciudad no me
permitían mis padres meter un perro en el piso. Hoy, ya jubilado, creo que
puedo decidir por mí mismo sobre todas estas cosas. Así que… ¿Por qué no
compaginarlo todo?
En Reyes,
conseguí un perrito de raza Westy con pocos meses. Lo llamo Xana y juntos
paseamos por los parques de Basauri o en verano por vacaciones por la rivera
del valle del Esgueva, el castillo o el bonete, mañanas y tardes.
Xana cuando está recién bañado, es, chiquitín, pero aun
así, una vez seco recupera su aspecto pícaro yo diría que se asemeja en su comportamiento al carácter del mismo Platero, el borriquillo de Juan
Ramón Jiménez, Además nos recuerda también al popular pollino la blancura nívea del pelaje, su aspecto adorable. Su
cabeza redonda peluda y desgreñada reforzada por esas grandes y puntiagudas
orejas. La mirada de ojos oscuros profundos, forman un triángulo fascinante y
seductor con ése brillante hocico negro, que le confieren una expresión
divertida y que constantemente incita a jugar.
Su comportamiento es rebelde cuando salimos a la
calle. Él empieza a dar saltos de alegría y si vamos al campo donde le puedo
soltar la correa, al sentirse libre de ataduras, corre y juega a sus anchas. De
vez en cuando me busca con la mirada y tras comprobar que no me voy, vuelve a su
diversión persiguiendo cualquier otro animal de dos o cuatro patas y a falta de
ello, como último recurso le sirve todo lo que encuentra a su paso en su juego
destructivo, de morder, pisar o arrancar, como aquellas florecillas y rosas silvestres
que adoraba Platero.
Si ha llovido,
le encanta meterse en los charcos, tanto como a los niños con zapatos nuevos y
revolcarse en la hierba para gozar del frescor de las gotas de lluvia o rocío. Con
viento, intenta coger las hojas secas, que se elevan del suelo, saltando sobre
sus patas traseras una y otra vez como disputándole al vendaval la posesión de
algo transcendental.
Cuando llega el
momento de marcharnos, la llamo de todas las formas posibles, pero Xana se lo
toma como otro juego y trazando círculos a mi alrededor me desafía a que le
coja.
Al volver a
casa, parece ya un chucho callejero por la suciedad, paja y herbaje que se le
ha adherido a los pequeños rizos de sus patas. Lo que había sido un níveo
manto, aparece ahora un sucio e indecente mantón.
-Xana le digo.
-Hoy tenemos bronca por tu culpa.
Me mira, mueve
el rabito y se hace el despistado. Hoy nos espera una buena reprimenda, pero ya
no nos espanta, porque es bastante habitual.
Su carácter es travieso y terco, pero cariñoso y fiel.
Es mi amigo.
Sé que algunas personas son reacios a amar a los
animales Desearía que esta pequeña crónica sobre un perro de compañía, consiga
acercarlos un poquito a éstos fieles compañeros del hombre.