Artículo de opinión
Cada jornada
amanece con nuevas noticias: violencia, terrorismo, corrupción, crimen y desgraciados
accidentes. Los profesionales de la comunicación utilizando los diferentes
medios, cargan la tinta para contar cada cual en su estilo, llenando más o
menos páginas con las buenas nuevas de lo sucedido alrededor del mundo, que
desgraciadamente no suelen ser muy buenas. Los hombres, llevados por el odio,
su instinto dominante, depredador, egoísta y en ocasiones por fanatismo, dan
lugar a violentos asesinatos de individuos, atentados sobre grupos o aniquilamiento
de multitudes a consecuencia de violaciones, atracos, venganzas, rencillas y
guerras. Las catástrofes causadas por la naturaleza ocasionan también demasiadas
vidas humanas que cuando tienen lugar nos estremecemos de horror.
He de
admitir que aunque menos, hay días que también ocurren determinados acontecimientos
que podríamos juzgar como maravillosos o asombrosos: Diferentes hallazgos médicos
en su lucha contra las enfermedades, novedosos inventos de la mano de los científicos
en las distintas ramas o nuevos avances en el conocimiento del universo.
Los editores
de los periódicos, seleccionan entre tantos contenidos optando por los que pueden
atraer a los lectores, aunque eso sí, siempre protegiendo los intereses de sus
patrocinadores.
Realmente la
vida es así, siempre se puede elegir entre dos de cal y una de arena y ya nos hemos
acostumbrado a convivir con los sobresaltos que nos da la lectura del periódico
o los informativos de la televisión día sí, día también.
Algunos reporteros,
corresponsales y cronistas, en su afán de llenar páginas en los diarios como
sea, lo hacen con noticias sin contrastar y sin causarles desasosiego alguno la
posible falta de autenticidad. Son estos los necios que decía Platón, que pasan
el tiempo hablando porque tienen que decir algo mientras que los sabios hablan
porque tienen algo que decir.
La verdad
sólo tiene un camino y con este principio, deberían excluirse los discursos
grandilocuentes generalmente partidistas e interesados que tergiversan la misma
adaptándola a una determinada audiencia a la que va dirigida o con la que
desean empatizar.
La
experiencia nos demuestra que la información es con frecuencia manipulada (realzando
algunas bondades, obviando ciertas cualidades y callando las maldades) hasta transformarla
en una verdad a medias, que coincida más con los intereses del autor. Siempre
será una mentira completa, pero en un momento determinado puede conseguir la
credibilidad que busca y llegar a quedarse per saécula saeculorum, como
generalmente ocurre con la Historia; que invariablemente siempre fue escrita
por los vencedores.
De lo dicho
se deduce que la fuerza de la información es realmente tan poderosa, que los
que llaman a la prensa el cuarto poder están en lo cierto. La influencia que
ejercen los medios de comunicación en la sociedad determina la opinión pública
y sobre todo practican una oscura relación dominante sobre los gobernantes y principales
partidos nacionales.
Aun así,
entre todos podríamos paliar el deterioro del planeta si cada uno colocáramos nuestro
granito de arena por un cambio favorable. No todo se ha perdido como se observa
en ciertos movimientos a favor del retorno a los cultivos y abonos naturales
prescindiendo de herbicidas, pesticidas o cultivos transgénicos. El rechazo a la
producción y venta de armamento a terceros países, que lo utilizan indiscriminadamente
sobre civiles, niños inocentes, minusválidos o huérfanos.
Si pensamos
en la contaminación en general de ciudades, montes, ríos y océanos que está
exterminando muchas especies de nuestra flora y fauna, todos estamos de acuerdo
en que es un problema mundial y que habría que tomar medidas de gran calado
para paliarlo. Las manifestaciones reivindicativas por Europa se repiten a
diario pero la prensa lo calla, parece ser un problema de escasa importancia.
Sería
deseable legar a nuestros hijos un planeta sostenible y realmente aún
estaríamos a tiempo si contáramos con la participación masiva de los ciudadanos.
Entre todos, podemos, dice un dicho popular, pero se hace necesario un empujón
como el que supondría una apuesta de las cadenas de TV y los diarios de grandes
tiradas por pasar a ser transparentes en los grandes temas ecológicos. Dejar de
navegar entre dos aguas como están haciendo por ejemplo en toda la cuestión
nuclear. Supondría una ayuda importante, sería algo extraordinario que la
información fuese del todo veraz y que llegase de forma entendible a los
ciudadanos de a pie, utilizando el lenguaje sencillo y habitual de la calle. Están
supeditados a los intereses de las compañías eléctricas dirigidas por personas
sin escrúpulos que ante la posibilidad de mantener cifras multimillonarias en
su tarjeta de beneficios no dudan en comprar a políticos corruptos que les
permitan continuar sin aludir para nada al riesgo derivado de esa actividad
radiactiva.
¿Estamos
todavía a tiempo de revertir la situación?
Si la
respuesta es afirmativa aprovechémosla.
Francisco García