Era muy
normal que las mujeres se dedicaran a confeccionar el
ajuar, para sus hijas, o muchas prendas de vestir para todos los miembros de la
familia, La ropa si se podía se hacía en casa y los hermanos menores la
reutilizaban si aún estaba en buen uso; pasándola de unos a otros los hermanos
y en ocasiones; para poderle lavar el pantalón; tenía que acostarse al niño en
la cama porque en ese momento no se podían permitir comprar tela para uno
nuevo.
Los arreglos con la intención de poder usarla una temporada más, o incluso la
confección de ropa interior de hombres o
mujeres, era tarea del ama de casa que aunque cansada del trabajo diurno, por
la noche junto al hogar, al amor de la
lumbre, con poca luz y luchando contra el sueño, se ocupaba en coser una camisa rota, poner un
botón o zurcir un agujero al calcetín, incluso marcar y cortar una pieza nueva
con un trozo de tela que sobró de otra ocasión anterior, para el padre o para
los hijos.
Con el comentario anterior, intento
justificar lo fácil que puede ser meter la pata si se trabaja en determinadas
condiciones, con la vista ya cansada escasos medios y etc...etc...Como en esta
historieta de las tantas que el abuelo nos contaba a propósito de situaciones
divertidas o curiosas, buscando siempre el lado jocoso de la situación.
Según contaba, en cierta ocasión la tiá
Cristeta, que era su consuegra, (madre del tío Elías), hizo un calzoncillo a su
marido. Pero que al parecer éste no lo encontró práctico según se deduce de sus
palabras, a las que yo intentaré darle el sentido adecuado en el siguiente
monólogo.
“ ¡Ay Cristeta,
hija! Pero ¿Qué me has hecho?,
¿Cómo que qué?;
Cristeta hija, ¿pero es que no lo ves?.
Sí, si ya veo que es un calzoncillo,
pero………
Cristeta por favor, que soy tu marido y
me conoces de sobra. ¿Cómo se te ha ocurrido hacerme esto?.
No si ya me imagino que será de un
retal de alguna sábana Cristeta, pero dime;¿Cómo quieres que me lo ponga, si me
has hecho un calzoncillo de una pierna solo?.