Con el siguiente trabajo participé
en
el Concurso Literario
Arsenio Escolar de
relatos cortos del año 2020, dedicado al tema especial: Mi vida cotidiana durante el coronavirus. Esteba destinado a
personas de todas las edades afines a Torresandino, la Ribera del Duero burgalesa,
Valle del Esgueva y El Cerrato. Conseguí Quedar
finalista.
EL
CAPITÁN A’POSTERIORI
A
finales del 2019 la toxina fatal de coronavirus ya había germinado, pero ignorante
de ello seguía la rutina habitual de jubilado. Por la mañana sacaba al perro al
parque, ojeaba el diario y hacia mediodía, si el tiempo era apacible salía de
paseo con mi anciana madre. Sentados al sol, le comentaba las noticias y por la
tarde la llevaba al hogar del jubilado; 2 horas después la recogía y volvíamos
viendo escaparates. Antes de cenar leía algo, veía una peli o el partido si
jugaba España o el Athletic y el viernes pintxos-pote con la cuadrilla.
La
información saltó en enero. Nadie imaginaba que la vida daría un giro brutal, quizás
propio de tiempo de guerra o muy lejano como la gripe española de 1918. Un
maléfico mal había surgido en Wuhan una ciudad china, donde no lograron confinarlo:
Saltó a Italia y con unos turistas alemanes llegó a La Gomera (Canarias) el 31
de enero. Parecían cosas de chinos.
No
había que preocuparse, dijeron nuestros dirigentes por TV. Están en cuarentena y
no saldrán de la isla dando positivo. Pretendían, está claro, que no cundiera
el pánico.
‑Pero,
¿no ha dicho más? –Me preguntó mi viejita‑. Aquella explicación no le satisfacía.
La
verdad es que el efecto que producía la intervención del presidente era el contrario
al buscado. Salía en pantalla, para decir que era como una gripe. Que intentara
convencernos me dio miedo. La noticia estaba relacionada con un mercado de
animales y un científico fallecido de un laboratorio de esa ciudad asiática ¿Guerra
bacteriológica? ¿La mano negra de las grandes farmacéuticas? ¿Habría algo
oscuro? Con tantas dudas, lo tomé como un trágala.
‑
¿Qué te decía yo hijo? Aquí hay gato encerrado.
‑No
mamá, monos, camellos y hasta langostinos sí, pero gatos o perros, no –Bromeaba
yo‑. Ignoro si los germanos aprendieron a comunicarse con el silbido gomero
durante el confinamiento, pero en ese tiempo otros portadores han diseminado el
virus por toda la tierra.
‑El
Capitán A’Posteriori lo habría previsto –exclamó mi ascendiente.
El
11 de marzo, la OMS lo reconoció como brote de pandemia Covid-19. Esa misma semana
el gobierno constituyó un comité de expertos para su asesoramiento.
‑Esto
va a ser como en el 18 –decía mi madre‑.Yo nací en el 22 pero de niña oía
contar, que a los graves les llevaban con vida aún al cementerio por miedo al
contagio.
‑Mamá
no seas agorera, estarán estudiando qué medidas conviene tomar. Mientras tanto,
no vayas al hogar del jubilado, que según dicen, los de edad avanzada corréis
mucho peligro.
Los
científicos dijeron que se transmite, por las gotas de saliva que exhalan los
portadores al toser. Se propaga con rapidez y ataca las vías respiratorias.
Aconsejaron usar mascarilla, aislar los positivos, la máxima higiene y
distanciamiento social.
‑Sería
necesario ‑pensé yo‑, parar toda actividad, pero alguno pondrá palos en las
ruedas.
En
efecto, pronto el congreso sacó un Real Decreto de alarma nacional con medidas médicas,
económicas y sociales. Restringía la libertad de circulación, todos confinados
y obligaba al cierre de todas las actividades: Deportivas, espectáculos, construcción,
comercio, hostelería, industria, etc... Excluidas las esenciales como bomberos,
farmacia, alimentación, y energía. Subsanando las pérdidas con expedientes de
regulación temporal de empleo, ERTE.
‑
¡Hombre, al fin el gobierno se lo tomó en serio! –decía enfadada mi progenitora‑.
Como ha manifestado el Capitán A’Posteriori, tenían que haber tomado medidas con
más diligencia.
‑Tú
no te imaginas mamá –Repliqué‑, las intensas negociaciones del gobierno
buscando ayudas de los organismos europeos y el consenso con demasiadas entidades
nacionales implicadas, antes de presentarlo al congreso. Las medidas tardaron
en llegar a los hospitales que ya estaban superados por la afluencia masiva de
enfermos.
‑
¿Lo ves? – Insistió mi madre‑. El Capitán A’Posteriori dice que él lo hubiera hecho
antes.
‑Tú
no escuches la tele mamá. Para estar entretenida y activa, te haces un crucero.
‑
¿Ah sí? ¿De dónde a dónde?
‑Verás,
sales de la cocina, cruzas al comedor, después cruzas al baño y luego cruzas...
‑Otra
de tus bromas, hijo. Mejor me dejas que yo saque al perro y te vas tú de
crucero.
Confinados,
seguíamos las informaciones por TV pero resultaba espantoso estar al tanto del
incremento diario del número de contagiados y fallecidos. Teníamos el país
parado y una plaga letal extendiéndose por todo el mundo. La S. Social ya
estaba escasa de: Personal, protecciones EPI, respiradores, camas, unidades UCI,
desbordada ahora por culpa de los recortes y privatizaciones de antaño y para
colmo, muchos sanitarios infectados sin conocerse un tratamiento y/o vacuna. A
esto se añadió que en las residencias de ancianos, sin dotación de material ni
infraestructura, el virus encontró tierra fértil.
‑
¿No es triste hijo mío, que ocurran estas cosas en el mundo en el siglo XXI?
‑No
llores mamá –Le animaba en sus momentos bajos‑. Con los avances médicos de hoy
en día y buenos hábitos de higiene venceremos,, no te impacientes que los niños
acompañados de un adulto ya salen a la calle, y los mayores lo haremos muy
pronto. Esta enfermedad nos ha traído caos, dolor y muerte, pero también ha sacado
lo mejor de nosotros. ¿Te he contado cuántos voluntarios se están ofreciendo de
manera altruista? Son jóvenes y quieren ayudar.
‑Lo
sé hijo, reconozco la valentía de cuidadores y personal sanitario. Merecen los
aplausos que cada tarde los españoles les dedicamos desde el balcón. Hasta yo
me animo ¡Resistiré!
La
alarma declarada por el Real Decreto resultó efectiva, frenando la escalada de
muertos que a diario nos hacían estremecer, consecuentemente se permitió que la
industria volviera a trabajar. Las otras restricciones y el confinamiento se irán
desactivando paulatinamente.
Quedarán
para siempre los dolorosos recuerdos y las imborrables escenas grises vividas
por algunos hijos, padres o cónyuges al ver que en el hospital su ser querido
era considerado un apestado. Los episodios de ansiedad, congoja y desesperanza por
no poder entrar a verle, tocarle o hablarle en la larga agonía y honrar su
cadáver, despedirle como siempre hemos hecho. Familias resignadas al fin, que durante
mucho tiempo sufrirán grandes traumas.
‑Pero,
¿de verdad crees que esto pasará pronto, hijo?
‑Estoy
seguro mamá. En la salida masiva el comportamiento después del confinamiento
fue ejemplar, aunque sin demasiado rigor y no faltaron los insensatos que se
saltaron las normas. Nosotros seremos los últimos en salir porque corremos más
peligro pero muy pronto pasaremos a la fase 1 y nos dejarán bajar al parque con
mascarilla.
‑Hijo,
dice la tele que se empieza a ver la luz al final del túnel. ¿Es eso bueno?
‑Claro
que es bueno mamá. Eso significa que iremos saltando fases y abrirán los
comercios, las cafeterías, nos permitirán reunir con familiares o amigos,
besarnos y abrazarnos, viajar, ir a la playa, hasta alcanzar la normalidad que
antes disfrutábamos.
‑Ya
veremos hijo, porque ha dicho el Capitán A’Posteriori que de seguir así por
mucho tiempo, la crisis económica sería peor que la pandemia.
‑Y
una desescalada apresurada podría ser caótica para la salud y la vida mamá. Desde
el Ministerio de Sanidad decidieron hacerlo por fases e instaron a las
comunidades a cumplir ciertos requisitos para pasar a la siguiente. La clase
social alta preocupada por su hacienda pretendía avanzar rápido; la clase baja,
quiere proteger su salud que es lo único que tienen. Pero algunos políticos en
clara rebeldía, ignoran los consejos del Comité Técnico para la Desescalada que
han de llevarnos a la nueva normalidad. Priorizan sin ningún sonrojo el PIB e
incluso soliviantan a las masas contra el gobierno. Están obsesionados por
abrir nuestro país al turismo sin tomar las medidas oportunas y para ellos los
muertos de los últimos meses son meros números en la estadística. Todo es válido
por conseguir rendimientos políticos.
‑
¿Hijo, quieres decir que por las prisas podríamos perder lo conseguido?
‑Si
fallamos, la pandemia puede tener un rebrote aún más virulento. Pero tengo fe
en que superaremos todas las disputas mamá, incluso que las fronteras se
abrirán pronto para que vuelvan a visitarnos las gentes que adoran nuestro país
y nuestra idiosincrasia aunque sería más fácil si todos remásemos en el mismo
sentido ¿No te parece? A España y a todo el planeta le amenazan guerras,
catástrofes o epidemias pero cuando esas lleguen, sabemos a priori que nunca contaremos
con la ayuda, aunque sí con la crítica, de ese que a ti tanto te entusiasma. EL
CAPITÁN A’POSTERIORI.